El tablero quedó vacío

Por Carlos Bodanza - Mañanas de Campo

La semana me encontró como en los viejos tiempos, metiendo rutas, remates, pasando de largo de volver a casa para acortar caminos, reducir los tiempos. Son momentos donde las cuentas arriba de la ruta, deben ser las menores posibles, sobre todo pensando en que las horas de asfalto –de tierra también porque no- son horas muertas, es tiempo donde el trabajo escasea y llegar tarde para seguir prendido a “una pc” no suele ser la mejor de las cuentas.

 

La vida de remates y exposiciones tiene un alto grado de sociabilización, son los tiempos de encuentros, de charlas, de catarsis, de mucha pero muchísima catarsis, que a fin de cuentas, no termina sirviendo demasiado, cuando vemos en diferentes charlas, reuniones, jornadas, que terminan en un “looping” donde una y otra vez se vuelve al mismo sitio. Las elecciones, sus resultados, la falta absoluta de participación agropecuaria, la escases de dirigentes del rubro, son parte una apatía que el campo no ha sabido aún capitalizar y poner sus fichas donde el principal tablero en el cual se toman las decisiones, estén “con alfiles, torres o caballos”, dispuestos a dar pelea. Nada, el campo sigue siendo el “peón” del juego, una y otra vez, se lo comen, sean “negras o blancas” las piezas de un juego que arranca cada 4 años.

 

Hace pocos días, un productor amigo me planteó su hartazgo de escuchar una y otra vez, la queja permanente, el lamento climático, la falta de participación –y de acción absoluta- para repetir una y otra vez las mismas conclusiones y resultados. Cómo salimos de esto? Cómo rompemos este sitio en el cual, caemos una y otra vez? De una sola manera, lo dijo alguien que alguna cosa inventó, “no se puede obtener nuevos resultados, haciendo siempre lo mismo”. Y el campo, es un gran especialista en repetirse una y otra vez, sin ir a los lugares, donde alguna vez, habrá que ir definitivamente.

 

Y ahí vamos, la rueda gira y veo como el esfuerzo de cabañeros que hace dos años están preparando toros, encuentran muchas veces la apatía de sus propios clientes, algunos especulando pagar 20-30 o 100 mil pesos menos, no importa la cifra, porque la única verdad, es que es un producto que con suerte reponen en 3 o 5 años y en una sola campaña, se cubren los costos. Sin embargo, esa misma filosofía de especular con un propio colega, la extendemos muchas veces a todos los ámbitos, o acaso el campo invierte más allá de sus alambrados, sus lotes, su genética? Poco, es cierto que a veces hay cansancio por aportes obligatorios a un ente sanitario, a un ente de promoción o tasas de caminos que jamás nos arreglaron, pero lo cierto es que a la hora de “poner” ya sea propulsando dirigentes, invirtiendo en campañas propias para el lobby que luego podrá posicionarlo, prácticamente nadie aporta. Y eso, se hace una y otra vez, con los propios, no hay respeto muchas veces, por el esfuerzo ajeno, del cual conocemos todos los sacrificios, de críar, de seleccionar, de alimentar, muchas veces de preñar, de todo lo que implica, el momento de levantar una simple mano, para pagar no mucho más que un televisor 60 pulgadas, algo que le sacaremos un provecho de por lo menos, 6-7 televisores más por cada año de uso.

 

La filosofía productiva se ha enfermado, ha adoptado un modelo de “resistencia” poco conveniente, porque esa resistencia, debe ser contra el clima, contra los abusos impositivos, contra las injusticias comerciales, pero nunca, contra los propios, porque tarde o temprano quien hoy está adentro del corral ofreciendo su producto, mañana tal vez, esté del otro lado del alambre, tras un negocio nuestro y no hay nada más certero que lo que “va siempre vuelve” y si lo que va no es positivo, no es solidario, no es justo, lo que vuelva, probablemente, tampoco lo sea.

 

Hay un tablero que aún se sigue en movimiento y lo primero que tenemos que identificar, cuáles son las piezas que juegan en nuestro color y a partir de ahí, fortalecernos y buscar de una buena vez, ganar un juego que entre reinas y reyes hasta ahora, siempre hemos perdido y peor aún en esta última contienda, decidimos por voluntad y ensimismamiento, prácticamente no participar.

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