La "otra" Pascua, la Argentina

Por José Luis Ibaldi - Mañanas de Campo

En este domingo de Pascua, en que la religión católica nos pide dar el paso o el salto de liberación de la esclavitud del pecado, para abrirnos paso hacia la vida eterna, todos los seres humanos, creyentes o no, debemos ser conscientes de que nuestra existencia ocurre una sola vez y es irremplazable.

 

El escritor Ernesto Sábato señala que “lo esencial de la vida es la fidelidad a lo que uno cree su destino, que se revela en esos momentos decisivos, esos cruces de caminos que son difíciles de soportar pero que nos abren a las grandes opciones. Son momentos muy graves porque la elección nos sobrepasa, uno no ve hacia adelante ni hacia atrás, como si nos cubriese una niebla en la hora crucial, o como si uno tuviera que elegir la carta decisiva de la existencia con los ojos cerrados”.

 

Algo así nos pasa a los argentinos, cuando comprendemos que estamos en una encrucijada y donde nos sentimos abrumados por decisiones que se toman en el actual gobierno buscando abrirse paso en medio de una maraña de campos minados, de una cultura a la que nos fuimos acostumbrando y donde la especulación financiera, el nefasto enriquecimiento de oportunidad, la búsqueda de rentabilidad fácil sin producción, la estafa, la corrupción, los subsidios, las cajas negras de la política, son algunas de las manifestaciones patológicas que hemos aceptado graciosamente y que ahora es preciso desarmar, no sin riesgo de explosión.

 

Todos, sea por culpa o por omisión, hemos sido millones de Judas que entregamos a la Argentina a un Sanedrín de políticos, sindicalistas y dirigentes de organizaciones sociales inescrupulosos, ya no solo por treinta monedas de plata, sino claudicando nuestros valores republicanos.

 

Estamos en tiempo de Pascua y es preciso que como sociedad hagamos un acto de contrición, es decir, asumir la culpa cometida de cerrar los ojos, los oídos y la boca ante tanta decadencia económica, social y política. Ahora, es tiempo de enfrentar este paso con compromiso, con actitud, con ideas que promuevan valores diferentes. Sólo cuando estemos convencidos de esto, a pesar de los costos que ello suponga, solo a partir de este momento sentiremos que hemos empezado a sentirnos libres, porque habremos comprobado que lo que teníamos ya no sirve más.

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