El propósito de la lectura

Por José Luis Ibaldi - Mañanas de Campo

Uno de mis nietos me preguntó, no sin un dejo de travesura, al observar mi ya desordenada biblioteca, si había leído todos los libros allí contenidos. Le dije que prácticamente los había leído a todos desde mi adolescencia, pero que a muchos los he vuelto a releer porque siempre queda una brasa encendida, algo que me encanta profundizar. Esta pregunta de mi nieto me hizo acordar que hacía poco había leído y luego guardado uno de esos textos que alguien nos manda como para meditar o sacar alguna enseñanza. Se los comparto:

 

“He leído muchos libros, pero me he olvidado de la mayoría. Pero entonces, ¿cuál es el propósito de la lectura?"

 

Esta fue la pregunta que un alumno le hizo una vez a su Maestro. El Maestro no respondió en ese momento. Sin embargo, después de unos días, mientras él y el joven alumno estaban sentados cerca de un río, dijo que tenía sed y le pidió al niño que le trajera un poco de agua con un colador viejo y sucio que había en el suelo.

 

El alumno se sobresaltó, porque sabía que era un pedido sin lógica. Sin embargo, no pudo contradecir a su Maestro y, habiendo tomado el cedazo, comenzó a realizar esta absurda tarea.

 

Cada vez que sumergía el colador en el río para traer un poco de agua para llevar a su Maestro, ni siquiera podía dar un paso hacia él, ya que no quedaba ni una gota en el colador.

 

Lo intentó y lo intentó decenas de veces, pero, por mucho que trató de correr más rápido desde la orilla hasta su Maestro, el agua siguió pasando por todos los agujeros del tamiz y se perdió en el camino.

 

Agotado, se sentó junto al Maestro y dijo: "No puedo conseguir agua con ese colador. Perdóname, Maestro, es imposible y he fallado en mi tarea”.

 

“No - respondió el anciano sonriendo - no has fallado. Mira el colador, ahora brilla, está limpio, está como nuevo. El agua, que se filtra por sus agujeros, la ha limpiado ".

 

“Cuando lees libros - prosiguió el viejo Maestro - eres como un colador y ellos son como agua de río. No importa si no puedes guardar en tu memoria toda el agua que dejan fluir en ti, porque los libros, sin embargo, con sus ideas, emociones, sentimientos, conocimientos, la verdad que encontrarás entre las páginas, limpiarán tu mente y espíritu, y te convertirán en una persona mejor y renovada. Este es el propósito de la lectura”.

 

Hasta acá la historia. Estamos ante una generación de niños y jóvenes que prácticamente no leen lo suficiente. Es más atractivo el videojuego. Cada día, merman en su vocabulario. En Bahía Blanca, como en cada localidad de la región, hay librerías y por, sobre todo, bibliotecas populares o barriales, que con una cuota podemos asociarnos o asociar a nuestros hijos y nietos. En esos templos de lectura y de cultura radica el germen de algo que la vorágine en la que estamos inmersos nos saca. Ya lo decía el genial Ernesto Sábato en su libro “La Resistencia”: “El hombre no se puede mantener humano a esta velocidad, si vive como un autómata será aniquilado. La serenidad, una cierta lentitud, es tan inseparable de la vida del hombre como el suceder de las estaciones lo es de las plantas, o del nacimiento de los niños”.

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