A mitad del Río

Por Carlos Bodanza - Mañanas de Campo

Las sensaciones son encontradas, a medida que llueve el electrocardiograma comienza a mostrar signos de vida, más allá de que aún muchas zonas siguen relegadas con el agua, a pesar del daño ya ocurrido y nada hará que las cosas vuelvan atrás, pero si hay otra mirada, justamente hay “una mirada”, esa que permite ver hacia adelante, cuando hasta hace pocos días solo se miraba para arriba buscando lluvias y para abajo, pidiendo explicaciones a un suelo, que no daba respuestas.

 

Por eso a la hora de preguntarnos de dónde puede nacer algo de optimismo, es justamente en el hecho de que hay cambios dando vueltas, que nada podría detener, más allá de que el clima siempre juega su propio juego o que en Argentina, todo puede ser, acá dentro de los límites de la coherencia jamás se juega, nunca hay lugar para la lógica.

 

Lo cierto es que la gruesa ya está jugada y no hay mucho para hacer: el “palo” solo falta caer sobre la cabeza de cientos de productores, pero también sobre miles de Argentinos que sufrirán las consecuencias de esta locura de “producir sin redes”, situación a la cual primero, nos llevaron las políticas (o anti-políticas) productivas y segundo, el clima, que es el único factor de inestabilidad que deberíamos tener. La plata no va a estar, ni para el productor, ni para los eslabones secundarios y si bien estará para el gobierno (las retenciones están, los impuestos están), será una cifra considerablemente inferior a las calculadas y con un país en situación terminal como la que tenemos, podría ser el golpe final para la “lápida” económica.

 

La fina es todo incertidumbre: después de dos fallos, fina y gruesa, no muchos tendrán la espalda para seguir apostando, o al menos las semillas guardadas o algún respaldo creditico que los invite a jugarse un “último pleno”, sin poner en riesgo las “joyas de la abuela”, esos ahorros que nunca se deberían tocar y serán varios los que irán “por todo”, situación a toda vista, más que arriesgada, loca y desesperada. Pero claro, al final del túnel hay una sola esperanza: cosechar la fina sin un gobierno anticampo, siempre y cuando el actual, no vuelva a cambiar reglas a mitad del río.

 

Los ganaderos no transitan mejores caminos, aunque tal vez su grado de locura a la hora de los riesgos, siempre es inferior a la de agricultura, como también lógicamente lo son sus ingresos. Muchos no tuvieron primavera, por lo cual reservas no se hicieron. Otros se comieron cualquier reserva disponible, con “cero” siembra de verdeos de verano, sin maíces, sin sorgos y apenas apostando a un otoño que les salve la ropa.

 

Obviamente muchos malvendieron, achicaron campos, sacaron todo vientre o hembra de descarte, gran parte de la futura recría se vendió por adelantado y el modo “supervivencia” se activó hace rato, por eso con las mejoras en las lluvias, la retención será “feroz” para los que puedan e imposible, para aquellos que ya ven un invierno cercano y sin posibilidades de resistencia.

 

Dicho esto, gordo habrá siempre un número limitado, por eso no habrá nada que mande los valores hacia abajo, entre retraso inflacionario y escases de producto, solo cabe firmeza en adelante. Qué decir de los terneros? Hoy con ventas adelantadas, con un futuro de escases asegurada, los valores solo irán para arriba, ni hablar cuando se devalúe (tarde o temprano llegará), el ternero copiará al dólar, porque es el verdadero capital visible de un ganadero y allí irá siempre la apuesta de los que viven “de las patas”.

 

Por último, asoma la incertidumbre de la plata que no estará y que proviene de la agricultura, plata que siempre entraba al sector ganadero en vientres particularmente o en futuras madres, allí es donde más se notará un faltante que no habrá forma de sustituir con los propios del sector, ese tal vez es el interrogante sin respuesta, pero en un año electoral y en una economía fundida, todo puede pasar.

 

Una vez más nos vamos con la repetida frase: “en lo más oscuro de la noche, es cuando más cerca estamos del amanecer”. Por lo pronto, la salvación está en cruzar hacia la otra orilla, quedar a mitad del río nunca puede ser buen negocio.

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