Entre caníbales

Por Carlos Bodanza - Mañanas de Campo

Pleno siglo XXI y aún en existen signos de canibalismo, una práctica que a todas luces, siempre de mencionarla, despierta cierto desconcierto, repulsión y sobre todo, sorpresa, parece mentira que aún nos sigamos consumiendo, hasta la naturaleza a veces presenta algún síntoma del mismo.

 

Muchos rápidamente pondrán la cabeza en el mal de la vaca loca, esta enfermedad que si bien es provocada por un “prion” –una proteína que tendría origen animal- termina dando por resultados la muerte y lo peor, el contagio y muerte a quien consuma estos animales. Por raro que suene, el “Kuru” era justamente una enfermedad degenerativa e incurable similar al mal de la vaca loca, originado por el consumo del cerebro de seres humanos, que propiciaba el canibalismo entre personas.

 

Sin embargo, existen otras formas de canibalismo y se ven a diario en la Argentina. Hace pocos días la idea me rondó en la cabeza, tras ver un delincuente que mientras era esposado por un policía por el presunto robo de zapatillas, otro delincuente aprovechando la situación, le robaba las zapatillas al ladrón, canibalismo en su más pura expresión.

 

Otros ejemplos rondan a diario, cuando escuchamos que nuestro principal competidor de mercados – Brasil- cierra sus exportaciones de carne a China, dejándonos servido un plato único y sin precedentes, mientras que paralelamente desde Argentina, se exigía desde el sector carnicero, el cierre de las exportaciones para evitar próximas subas de la carne, producto que prácticamente hace un año no tenía ajustes y hoy de la mano de la recuperación de valores de la hacienda, llega con nuevos precios al mostrador. Todo esto, en el país que junto con Estados Unidos y Uruguay, más carne se consume en el mundo. Argentina, un país caníbal por excelencia, no por el consumo de carne, sino por carecer de conciencia en que lugar económico-social se encuentra y que pretende de sus producciones.

 

Mientras tanto los caníbales comienzan a dar señales de vida a medida que se acercan las elecciones. Ver a Scioli o a Grabois de candidatos a presidente, no puede representar otra cosa que la expresión más rudimentaria de una persona, un retroceso intelectual que solo la barbarie puede lograr, mientras que su principal jefe político, continúa sin decidirse con toda su “tribu” enredada en la proscripción, dándole la espalda al sistema de poderes democráticos, capaces de consumirse entre ellos, en un listado para un auténtico corso, incluyendo a Wado de Pedro, Anibal Fernández, el propio Alberto y hasta el improvisado Ministro de economía que no logra arreglar “ni una” – Massa- y un sinfín de autocandidatos que nadie conoce más allá de sus propios fanáticos.

 

Y del otro lado las cosas no son mejores: a falta de un líder real (Macri nunca lo fue por lo cual lejos está de serlo hoy) se comienzan a canibalizar entre sí, con Larreta a la cabeza, Vidal con vaya a saber apoyo de quien, Manes casi sin partido y dejando a Bullrich como una opción que nunca debió discutirse demasiado. Eso es canibalismo puro, el “yoismo” sin sentido, el egocentrismo de querer llegar, sin importar como, sin saber con quien, pero llegar, rompiendo lo que haya que romper y olvidándose de los votantes, que pensemos y la sociedad en su conjunto.

 

Caníbales, por todos lados, con los piqueteros a la cabeza dispuestos a consumirse la paz de los ciudadanos, con gremialistas y sindicatos buscando beneficios para si mismos, sin saber demasiado que piensan y necesitan sus representados, con jubilados que hace rato se “consumió” el sistema y parecen ser los únicos que quedan afuera de cualquier ajuste inflacionario.

 

Argentina es un país que está dispuesto a consumirse a sí mismo, mientras sus ciudadanos miramos de afuera, este espectáculo que devora todo: economía, cultura, educación, seguridad, justicia, política, todo es destruido al paso de una verdadera conducción caníbal.

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