Ignorancia, la peor de las pandemias

Por Carlos Bodanza - Mañanas de Campo

Sin pena ni gloria, el último viernes se recordó el día del maestro en la Argentina, profesión que ha caído en desgracia en los últimos -50 años?- con gobernantes no solo poco preocupados por la calidad educativa, por sus contenidos, por la calidad edilicia que la contiene y sobre todas las cosas, por formar futuras personas pensantes y lo más peligroso: con la capacidad de elegir.

 

Curiosamente hace muchos años venimos escuchando a toda la clase política desgarrarse las vestiduras, hablando de la importancia de la educación, sobre todo la pública, ya que gran parte de todos sus hijos, se educan en alguna escuela privada, sabedores de que es la única manera de que al menos sus pequeños, no queden rehenes una, otra y otra vez, de la única brillante idea, que los propios docentes junto a la mafia gremial sindical, eligen para exigir, lo que seguramente les corresponde.

 

Un tal Faustino Sarmiento, habló de “educar al soberano”, que el mismo delineó en palabras más palabras menos, sobre el motivo por el cual “la educación es fundamental para el desarrollo de los pueblos y formador de ciudadanía, en una sociedad democrática, donde el pueblo tiene la responsabilidad de elegir a sus gobernantes, y por lo tanto, deben hacerlo con conocimiento, responsabilidad y privilegiando valores fundamentales”. Pobre Sarmiento, hasta un himno le hicieron y actualmente se sigue coreando en los actos patrios. Casi una burla a sus propios deseos.

 

En tiempos actuales donde se gastan fortunas en desinfectar calles de gusto, mientras que los policías luchan porque el estado que los contrata y les paga (ahora les pagará con la plata de otro distrito, no con la que despilfarra la provincia) , les proporcione al menos algunas balas (de gusto, porque al usarlas serán sumariados) y un no tan necesario chaleco antibalas, mientras que los médicos usan guantes que donan empresas, con barbijos de cooperadoras, etc, formando así el círculo perfecto de que educación, salud y seguridad, no pertenecen a la selecta clase política recaudadora, que se juega día tras día por la ciudadanía, malgastando fortunas y discutiendo una reforma judicial que solo le sirve a corruptos y ladrones.

 

Cierto, la educación. En pandemia, no es algo importante. Cada maestro se arregla como puede, cada chico con lo que le de la familia, mientras tanto ahorraremos millones en luz, gas, mantenimiento, etc, gracias a que esos arruinados edificios, no están funcionando. Estamos en un momento delicado y no es tiempo de educarse. Alguien cree que no es así? Porque en realidad, yo veo cientos de ciclistas, running, gente con barbijo tomando una cerveza, colas en los supermercados, bancos con turnos, ferreterías abarrotadas, corralones con gente construyendo, etc, etc, etc, etc. Pero clases no, de ninguna manera podemos tener clases. Dios mío, pobre país, que triste presente y que vacío futuro por delante, muertos antes de educar.

 

A esta altura de los acontecimientos, podemos tener mil maneras de ver esta pandemia, universal, con pocos fundamentos reales epidemiológicos, con una mortandad muy limitada si lograramos sacar el foco de la única foto que nos siguen mostrando, estaría bueno ver toda una sociedad preocupada por su futuro. El único futuro posible, son sus chicos, son sus jóvenes, son quienes alguna vez, intentarán construir este desmadre que vamos arruinando día tras día. Pero queda muy claro: quienes están empecinados por destruirlo, no tienen interés que en un futuro, esos chicos estén preparados para analizar, para pensar, pero sobre todas las cosas, para elegir.

 

Nuestro futuro se está jugando día tras día por un virus que hace rato nos han inoculado: ignorancia para todos, para todas y para todes, porque justamente al usar estas deformadas palabras, queda claro que tipo de educación queremos para el futuro.

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