La dignidad de nuestros niños

Por José Luis Ibaldi - Mañanas de Campo

Mañana se conmemoran 170 años del paso a la inmortalidad del general José de San Martín, también reconocido como Padre de la Patria. Se ganó ese reconocimiento no sólo por sus hazañas militares que terminaron por liberar definitivamente del yugo español a nuestro territorio y al de Chile y Perú, sino también porque mantuvo el respeto por la libertad de expresión, asegurando la libertad de prensa, la independencia de poderes, la austeridad republicana, la honradez, el coraje y la estrategia, dejando sus “Máximas” para su hija Mercedes y como legado a todos los argentinos, y su profundo amor por una patria de todos y para todos.

 

Y hoy, en nuestro país, se celebra el día del Niño. Las fechas varían según los países, pero el significado y la razón por la cual se hace es el mismo en todo el mundo. El origen de esta fecha viene tras la Primera Guerra Mundial, a raíz de los destrozos humanitarios que tuvieron lugar en Europa y en otros países del mundo alcanzados por la conflagración. A partir de allí, se comenzó a generar conciencia sobre la necesidad de la protección especial para los infantes, hasta que la Asamblea de las Naciones Unidas de 1954 propone la creación del día del Niño, buscando actividades que promocionen los derechos del niño en todo el mundo. Luego, en 1959, se aprobó la Declaración de los Derechos del Niño, y en 1989 se estableció la Convención sobre los Derechos del Niño.

 

El objetivo está destinado a la promoción de los derechos de los más pequeños y fomentar tanto la fraternidad y la comprensión entre los niños del mundo entero como su bienestar social.

 

Lo que se pide, entre otras cosas, que los más pequeños tengan derechos como el acceso a una vivienda digna, una educación digna que los prepare parala vida, poder tener comida todos los días para crecer sanos y no les afecte en su salud.

 

En el Día del Niño de esto no se habla. Muy por el contrario, se lo viene banalizando, comercializando y hasta ignorando. La hipocresía gana por goleada a la hora de honrar los verdaderos derechos que tienen nuestros niños. Y en ello, nuestro país tiene la más alta puntuación en falta de derechos para los niños.

 

Para muestra sobre con un botón, decía mi bisabuela Paula. Los miles de asentamientos precarios del AMBA y los que rodean a las grandes ciudades; la falta de servicios esenciales (agua corriente y cloacas) en estas llamadas “villas de emergencia”; la ausencia de un sistema y de políticas educativas; los subsidios que son administrados por “punteros” y no revalorizan la búsqueda de trabajo de los padres; los sindicatos que siguen poniendo trabas a la originación de empleos genuinos, muestran a las claras esa hipocresía de las instituciones republicanas, de los Gobiernos, e incluso de la misma sociedad.

 

Esos niños y esos padres son rehenes en época de elecciones o cuando hay que hacer marchas de protestas organizadas por los partidos de izquierda o por los que se dicen seguidores de “la abanderada de los pobres”. Desde hace 70 años hemos hecho del “pobrismo” una bandera y una realidad palpable, hundiendo en la miseria más absoluta a generaciones de niños argentinos. Eso es de miserables.

 

Decíamos al inicio que mañana conmemoramos la partida a la eternidad del General José de San Martín, considerado el Padre de la Patria. Nosotros, si nos consideramos sus hijos, al menos deberíamos honrar su trayectoria y su memoria multiplicando sus valores para construir una Argentina digna para nuestros hijos y para los hijos de nuestros hijos por igual.

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