El tesoro más valioso

Por Carlos Bodanza - Mañanas de Campo

Mirar atrás es un ejercicio a veces delicado, nos lleva a lugares incómodos, nos trae recuerdos que muchas veces queremos dejar en el olvido, pero que sin embargo, nos ayuda a crecer, a entender de qué se trata todo esto de estar vivos y sobre todas las cosas, nos enseña a valorar a quienes tenemos al lado nuestro.

 

Ese recorrido que emprendemos con nuestros padres, nos continúa a veces con grandes amores, nos proyecta en el futuro con nuestros hijos, nos da un plus en aquellos dichosos de tener nietos, todos nos permiten construir esa realidad que llamamos vida y que más allá de los condicionamientos, situaciones, realidades, depende pura y exclusivamente de nuestras decisiones, tarde o temprano, lo que hagamos, el camino que adoptemos y lo que aceptemos o no, va de la mano de nosotros mismos.

 

Claro, hay un componente que nos ayuda a decidir muchas veces el trazo a emprender, las respuestas a manifestar, las elecciones a tomar y allí aparecen esos verdaderos ángeles que en muchas ocasiones tomamos naturalmente, como si estuvieran ahí porque así la vida lo dispuso y sin embargo, ellos también son parte de lo que nosotros decidimos adoptar para transitar esta huella. Ellos son los amigos, muchos están ahí desde aquella foto del jardín, en alguna pose divertida en la escuela, en alguna canchita de fútbol, en el boliche del secundario, en el camino a la universidad, en el viaje aquel de solteros, en la fiesta de casamiento, en el bautismo de tu hijo y así las fotos por venir dirán que siguen ahí, no se fueron.

 

Ellos no tienen nada que ver con la discusión familiar, no les interesa tu mujer, tu ex o el ex de tu ex, ni tu laburo, ni los amigos de tus amigos, ni tu auto, ni tu casa, ni adónde te vas de vacaciones. Siguen ahí, en el café, en el pub, en la playa, tal vez en alguna cancha de fútbol todavía, en la parrilla, en el la tele mirando el mundial y desde ya, en la vida de tus hijos, porque a ellos como a nadie, parece importarles siempre lo que tenes alrededor y quienes realmente queres, son pocas veces los que los amigos de la vida, deciden tomar otro camino.

 

Seguramente a medida que avanzamos en la huella, van como tomando fuerza, como comenzando a ocupar lugares que nosotros mismos fuimos sacando, a pesar de que muchas veces, las obligaciones diarias, la familia, las relaciones, parecen ser siempre más importantes que esos cinco minutos que debemos imperiosamente dedicar a seguir sembrando, esa semilla eterna llamada amistad.

 

En estos días, en este lugar, también seguramente recordamos a aquellos que se fueron, que están ahí esperando el reencuentro, que nada nos van a reprochar y que no me caben dudas, están sonriendo en este mismo momento de vernos aquí, café, mate, charla y pasión por el campo, uniéndonos como siempre hemos estado.

 

Por repetida, por usada, pero por todo lo que representa, nada mejor que la oración Irlandesa dedicada a todos nuestros amigos, a los que están  acá y a los que están… allá, a ellos les deseo “que la tierra se vaya haciendo camino ante tus pasos, que el viento sople siempre a tus espaldas, que el sol brille cálido sobre tu cara, que la lluvia caiga suavemente sobre tus campos y hasta tanto volvamos a encontrarnos, que Dios te lleve en la palma de su mano”.

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