Una recorrida de sensaciones

Por Carlos Bodanza - Mañanas de Campo

Llueve y si bien no estoy en la zona, acá también llueve y lo disfruto. Imagino a cada uno de los cientos de amigos sintiendo ese alivio que corre por todo el cuerpo y no logro evitar una sonrisa que me llena el alma.   

 

La gira fue brava, pero como siempre es tanto lo que uno vive, que no hay rutas, ni neblina, ni camiones que logren frenar la adrenalina que genera vivir recolectando información. Lo reconozco, es una droga bendita, es un “pulso” continuo que te lleva y en lugares como Expoagro directamente te sentís, en la montaña rusa.

 

Lo protocolar siempre hay que hacerlo, visitar determinados clientes, hacer algunas fotos y una vez pasado lo estructural, hay que desnudar la piel y empezar a ver más allá, de lo que la muestra te permite. Y ese ejercicio te permite correr un telón, donde todo aparece de repente: entre las miles de voces, el tono de brasileños me llega como en un pentecostés, viendo como se emboban delante de unos nuevos sistemas australianos para eléctricos, mientras que los gringos cordobeses siempre sobresalen por el acento y por la pasión fierrera, basta con verlos subir a cuanta nueva sembradora se presenta, como quien va a Disney y no quiere dejar de probar ningún parque, aunque le lleve la semana entera.

 

“Está más grande, hablan de un 10-12% más de stands” me dice un técnico amigo de una de las multinacionales más grandes del mundo, que una vez más participó de la muestra. Claro, todos consultan, todos se interiorizan pero parecen chocar una y otra vez con la pregunta incómoda, con ese cierre traumático que rápidamente nos trae en un segundo a la Argentina y nos recuerda que por aquí Disney, es para unos pocos: “A qué tasa?” Dispara sin miramientos tras prácticamente desarmar con la vista, pieza por pieza de una enfardadora que más bien parece una nave sacada de la guerra de las galaxias.

 

Con esa pregunta se termina el resto, más allá de que Macri haya anunciado algún crédito que se conocerá por estos días (Bice), con productores más acostumbrados a visitar “cuevas” que al propio Banco Nación o Provincia, paradójicamente, los primeros en darles la espalda a aquellos, que prácticamente los han mantenido desde que el campo es campo. Todo es muy forzado, desde lo que sienten los productores hasta lo que quiere hacer el gobierno. “Habrá conectividad para 2800 pequeños lugares” anuncian entre el listado de promesas, mientras reviso el teléfono y no logro más que mandar un mensaje de texto, porque en la muestra como en el campo, algunos servidores no logran ni señal y muchísimo menos, internet.

 

“Y las retenciones?” pregunta muy por lo bajo un productor sabiendo que su comentario puede ser pesimista entre tantos que siguen de cerca los anuncios….las risas por lo bajo fueron al unísono, “esas no se las pierde ninguno”, arremete uno de los tantos que integra el grupito de productores que me rodea y como otros tantos, apoyaron al gobierno y casi resignados, entienden que tendrán que seguir haciéndolo por poco que les guste.

 

Sensaciones dije, “qué bueno que llovió” me digo una y otra vez, mientras reafirmo mi teoría de que “el clima siempre sigue siendo nuestra mejor política agropecuaria, nuestro gran candidato”.

 

La vuelta siempre es larga, aunque con intermedias, como las de hoy, acá sentado en el campo de un amigo, mirando el verde desde la galería, expresando en este teclado lo mucho que me viene a la cabeza. Sensaciones, las de Agustina cumpliendo 20 años, las de Agustín recibido 25 años después de su padre, la del olor de la pipa de Fito en el aire, esa que cada tanto se me aparece en sueños a media noche como anoche…recordándome que más allá de todo las horas recorridas son las cosechadas...

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