Ver para creer

Por José Luis Ibaldi - Mañanas de Campo

El filósofo austríaco Karl Popper señalaba la importancia de “distinguir en todas partes y en todas las circunstancias, lo verdadero de lo falso”. En los tiempos que estamos transitando los argentinos vale que tengamos en cuenta tal afirmación.

 

Nos urge a los ciudadanos separar la paja del trigo, pero también urge a la Justicia, porque de ella depende cómo vamos a actuar si hay diferencias de trato de “hijos y entenados”.

 

Hasta ahora, la Justicia -alegóricamente personificada por la imagen de la diosa femenina Iustitia, llevando una balanza y su espada, con los ojos vendados-, en nuestro país hace mucho que no tiene venda; su balanza se inclina carente de equidad y su espada hiere al más débil eslabón.

 

Lo lamentable de todo esto es que poco a poco –como la rana cuando le vamos calentando el agua- nos estamos acostumbrando, aceptando sin chistar este tipo de “Justicia”, donde quienes deben impartirla –salvo raras excepciones- se cuidan de no investigar e ir al fondo de la cuestión con los que ostentan el poder.

 

Por eso cuidan fuerte y corporativamente su posición, sus abultados sueldos sin Impuesto a las Ganancias y se adaptan fácilmente a los cambios del poder como perfectos panqueques. En ellos anida un terrible relativismo moral e intelectual, que se transforma en una grave amenaza contra la sociedad.

 

Mientras, ante este “dejar hacer y dejar pasar” algunos confunden sus roles y son proclives a hacer justicia por mano propia; otros, abandonan la confianza en la institución que debería ser rectora de los otros poderes democráticos y de la sociedad, y los delincuentes y los corruptos experimentan con éxito que “a río revuelto ganancia de pescadores”.   

 

En esta semana se conocieron los famosos cuadernos del chofer Oscar Centeno, dando cuenta de aquellos actos de corrupción que ya se venían denunciando desde hace mucho tiempo, donde la Justicia venía actuando tímidamente.

 

No sé cómo terminará este tema. Ya con el cuero curtido y de ver en mis 62 años tanta falta de justicia, me apego al refrán “ver para creer”, y mantenerme escéptico hasta que pueda palpar en los hechos –tal cual nos dice desde la eternidad Karl Popper- “distinguir en todas partes y en todas las circunstancias, lo verdadero de lo falso”. 

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