Ideas salvadoras, para llegar hasta el fondo

Por Carlos Bodanza - Mañanas de Campo

Vacío, silencio, dolor. No se trata de ninguna tragedia, acá no le cambia la vida absolutamente a nadie. Sin embargo, un país entero se cae en su ánimo a pedazos, agarrado de una simple ilusión tras una pelota.

 

Quizás sea exagerado, tal vez no todo el mundo comparte la desazón vivida, pero indudablemente este mundial lo vivimos muy a flor de piel. Será quizás las ganas de olvidarnos de que nadie puede parar el dólar. Tal vez nos servía para no terminar de enojarnos por los constantes rumores y desmentidas de la vuelta de las retenciones. Quien sabe, si al menos la continuación en nuevas rondas, haría menos dolorosa la próxima factura del gas, el nuevo e inminente aumento de combustibles y la bronca que sigue generando escuchar allá a lo lejos pero cada más cerca nuevamente, la palabra ajuste.

 

Tapar el sol con la mano, pareciera ser un deporte nacional. Hace apenas una semana, el paralelo de “jugar como vivimos” no hacía más que reafirmar los conceptos de un seleccionador argentino, que trazó una vez más, una realidad paralela a la que muchas veces se plantea en cuestiones cotidianas. Pero claro, este país, el de la “viveza criolla”, siempre aparece con ideas salvadoras, con supuestas innovaciones que podrán hacernos emerger de este fondo, al que por lo general, nos esforzamos en llegar una y otra vez.

 

Y ahí estamos, un planteo de fútbol tan absurdo, como el que una y otra vez debemos soportar, cuando las mentes brillantes tal como se volvió a insistir en estos días, se esfuerzan en hablar del daño de producir materia prima. Qué pretendemos inventar? Si lo que nos sobra es territorio, si lo que mejor sabemos hacer es producir esa materia prima, apuntemos hacia allí los cañones y el valor agregado que se lo de quien quiera, pero no justamente quienes ni tenemos con qué y que a la vez, jamás podríamos competir, con quienes lo hacen. Pero claro, aquí mejor apostamos a los bonos, esperamos inversiones, insistimos con un mundo industrial que desconocemos, ajustamos lo que no deberíamos y buscamos a contramano del mundo, la fórmula salvadora. Algo así, como si uno tuviera dos buenos goleadores y quisiera jugar los octavos de final sin un “9” de área. …Perdón…eso hicimos? A bueno, resultados a la vista.

 

No será casual entonces que quien dirige, haya sido elegido por sindicalistas, que son los que manejan los destinos de nuestro deporte más popular, los mismos “cráneos” que pretenden un fútbol maravilloso, donde no existen las hinchadas visitantes o suspenden un amistoso internacional ya pagado y vendido y donde el propio técnico, aparece maltratando un agente en plena vía pública en patético estado de ebriedad.

 

Nada es casual, absolutamente nada. Ni la debacle económica, ni la política corrupta, ni nuestras pocas ganas de cambiar seriamente. Porque cambiar, implica incomodidades, consiste en barrer lo existente, habla de nuevas normas, de respeto a las  leyes, de un país cuya educación sea justamente, más importante que el deporte televisado o que los subsidios al hipódromo.

 

Cuando pase la tristeza, cuando el dolor quede atrás, cuando el silencio se acabe, tal vez entendamos que las derrotas son oportunidades. Que ganar, no cambia nada, si no cambiamos nosotros mismos. Y para cambiar, hay que cambiar todo. Y si no los ejemplos están a la vista, en lo deportivo, en lo económico y particularmente, en lo político.

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