En búsqueda de sudor y neuronas

Por José Luis ibaldi - Mañanas de Campo

En la continuidad de la columna anterior, donde recordaba a los políticos el pedido del doctor Abel Albino de que dejen de pensar en las próximas elecciones y comiencen a actuar para las próximas generaciones, bueno es recordarles y también a la ciudadanía en general, que la democracia electoral no construye sino mecanismos rituales cada dos años, y no es condición suficiente para que el sistema actual se denomine democrático.

 

Si queremos construir una Argentina con más democracia no lo podemos hacer con una educación endeble, exclusión social, pobreza, desnutrición, sin servicios públicos esenciales.

 

Los nombrados son problemas muy serios, sobre los cuales la democracia debe ser puesta en funcionamiento por los partidos políticos y ser parte de la tarea de solucionarlos. De no hacerlo, seguiremos involucionando y serán  –años más, años menos- sus principales víctimas.

 

Llevamos casi 35 años de democracia continua y aún no nos hemos despojado de los lastres de las dictaduras y de los malogrados gobiernos democráticos anteriores. Seguimos insistiendo en los mismos errores, en los mismos defectos. Esto no sólo recae en la parte política, sino también en el resto de las instituciones y de nosotros, los ciudadanos, que no nos gusta que nos incomoden en lo que siempre hemos hecho igual. No nos interesa movernos de la zona de confort. Somos hipócritas porque queremos cambiar el país, pero sin movernos de nuestro cómodo sillón de ciudadano.

 

Para construir a veces hay que destruir obstáculos, barreras físicas y mentales, formas de ser y actuar. No queremos inflación pero hacemos todo lo posible para que ésta continúe su ritmo para que nos licúe la deuda del televisor última generación que hemos comprado en cuotas y sin intereses, por poner un ejemplo cotidiano.

 

Se necesita, en cierto, una clase dirigente con inteligencia y vocación de servicio, que se anime a iniciar el diálogo que concluya en consensuar una ruta de país que queremos, con los mejores recursos humanos que tenemos. Pero, desde nuestra posición de ciudadanos también tendremos que hacer sacrificios. Los milagros no existen. Eso lo saben aquellos países que hoy son potencias mundiales y que recuerdan que su presente fue forjado con un pasado que aportó “sangre, sudor y lágrimas”. Sin embargo, para mi país, me gustaría que este aporte sea de “sudor y neuronas”.

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