El campo, el arte de saber adaptarse

Por Carlos Bodanza - Mañanas de Campo

Subas impositivas, presión fiscal sin limites, gas oil para arriba, retenciones en discusión, inundaciones repetitivas, caminos intransitables, grieta campo-ciudad, entidades sin rumbo. Un viejo mal, sin nuevas soluciones a la vista.

 

Desde que el campo es campo, existen un sinfín de penurias que parecen repetirse eternamente sin que el sector alguna vez, aprenda la lección. Gobierno viejo, gobierno nuevo, las promesas de poner el sector a la cabeza, se diluyen frente a las realidades mientras que la historia pasa una vez más por delante de las narices de los que ya peinan canas hace años.

 

“Qué pretenden, sin créditos, con tasas como las actuales, no hay sistema productivo que soporte” dice algún productor a la pasada. Basta hacer memoria, pasando del 1 a 1 con un sector poco competitivo, a las devaluaciones transitando del infierno ida y vuelta sin escalas y así, como el perro que se muerde la cola, no hay manera de lograr un sector agropecuario con peso y decisión para que alguna vez, le dejen de manejar el futuro, ese que tanto se necesita a la hora de programar una cosecha, un novillo o una fruta sobre un árbol

 

Las pruebas con los agrodiputados no fueron justamente alentadoras: en apenas unos meses, los 12 Apostoles que transitaron las cámaras, terminaron peleados con las entidades, que antes de cara al espanto – por la fatídica 125-, habían logrado unirse en una mesa de enlace, que solo forma parte del recuerdo. Años adelante, los problemas siguen teniendo las mismas soluciones: mientras que el campo no tenga representación fuerte en las cámaras, nunca va a lograr despegar como sector. Es claro, quienes deciden, quienes votan, quienes representan, o conocen poco, o no saben o unas vez “llegados”, se deshacen del compromiso previo.

 

Alguna vez escuchamos “yo solo se producir, no me meto en política”. Perfecto, los resultados están a la vista: las reformas impositivas para el sector jamás llegaron, las decisiones económicas y hasta de quienes comandan los Ministerios, carecen de participación en las entidades, ni el Inta, ni el Senasa, ni cualquier organismo que depende del sector, carecen de participación alguna a la hora del peso al dar respuestas.

 

La verdad nunca es cruel, lo que no tiene es remedio y la única verdad es que representativamente el sector no tiene peso. No bastan un puñado de rurales, no alcanza con Cooperativas ni Federaciones, no importan las asambleas y mucho menos, la queja eterna. No se trata de buenos o malos dirigentes y esa representación gremial, no tiene peso alguno, al ser un puñado de entidades separadas sin claros objetivos comunes. Quienes deciden, quienes dan el peso, son las políticas y ese juego, lamentablemente, el campo no sabe, no quiere o no puede jugar.

 

Adaptarse o desaparecer son situaciones que siempre generan rispideces. La primera es el fino juego de romper los moldes y ganar con las mismas cartas que ayer descartamos. La segunda, es intentar jugar al truco, con las piezas  del ajedrez. “Es lo que hay” repite un amigo, pero en esa frase, está quizás la clave de poder salir adelante, aunque muchas veces traicionemos nuestras propias convicciones.               

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