Se agotó el modelo, surge un nuevo desafío

Por Carlos Bodanza – Mañanas de Campo

La esencia del ayer, los problemas de hoy y las proyecciones del mañana. En esas tres realidades muchas familias agropecuarias como el caso de “Los Chañares” resumen el camino irremediable del campo en Argentina. Una realidad signada por márgenes ajustados, por agricultura tecnificada y por un valor agregado, que radica principalmente en su gente.

 

Hace pocos días atrás conversando con un reconocido cabañero de nuestra región, el tema recurrente de los números desnudó una de las verdades a las que muchos aún resisten a someterse donde la producción agropecuaria en escalas medianas y pequeñas tiene un solo futuro con una rentabilidad posible: los dueños a cargo del establecimiento, con una parte –cuando no toda – de la empresa, está compuesta por la familia en diferentes etapas o manejos dentro de la misma.

 

No hace falta recorrer demasiado, para entender que en el mundo hace mucho tiempo dejó de existir –salvo para capitales ajenos al sector o empresas de magnitud – un campo donde la existencia de empleados ajenos a los propietarios, es casi un recuerdo. Desde los “Farmers” que manejan de principio a fin la siembra y la cosecha, cuyo soportes van desde asistencia satelital o bien la tercerización de todos los servicios. Qué decir de los ganaderos de los principales países productores de carne en el mundo donde las bombas han reemplazado los molinos, eléctricos comandados vía web, comederos automáticos, etc, forman parte de una producción que necesita ajustarse a unas pocas personas, adecuándose a una realidad de un campo, que hasta ahora no todos logran comprender.

 

Salvo los modelos europeos, donde los subsidios permiten la agricultura familiar y la vida en sectores rurales, la tendencia claramente se reduce al autogerenciamiento y abastecimiento. En ese futuro, hoy muchos entienden que el negocio hay que transformarlo.

 

Y así entonces vemos los ejemplos de familias que con no mucho más que un empleado, logran lo que hace no tanto, era imposible sostener sin varios. Trabajan todos, la mujer con un perfil más profesional, el hombre ampliando día a día sus conocimientos, los hijos con las posibilidades que en algunos casos brinda la cercanía a un pueblo o los medios para llegar a él, la tecnología en la casa y la certeza de que se puede vivir de esto, siempre y cuando el ojo del dueño engorde el ganado.

 

“Los Chañares” es parte de esa idea. Con toda la sabiduría de la siembra directa puesta al servicio de la producción pastoril y mixta, con la pasión ganadera entremezclada en tecnología de precisión, con el sabor del ayer mirando como los chicos crecen en el campo, ese futuro, ese mañana, no queda tan lejos en estos pagos.

 

Los modelos del ayer no tienen margen para la supervivencia, hay una realidad que no se detiene ante los costumbrismos y un campo de estancieros y patrones. Hay una generación entera que ha entendido cómo explotar lo mejor de toda esta historia, combinando respeto por la tierra, ambición tecnológica y sobre todas las cosas, pasión por producir trascendiendo en los propios hijos.

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