A la espera de Octubre

Por José Luis Ibaldi - Mañanas de Campo

Pasaron las PASO y el mensaje del electorado dejó ganadores, perdedores, derrotas sorpresivas y otras no tanto, y el regreso de los “muertos vivos”, tal el caso de la que no deseo nombrar y de la que el escritor Jorge Fernández Díaz describió con “las virtudes de Terminator: cuando la dan por muerta, se levanta y sigue disparando, o vuelve del futuro para arrasar con sus enemigos”.

 

No se necesita haber leído a Maquiavelo en El Príncipe para saber que la simulación es una materia prima de la política. Todo aquel que a través de los siglos ha aspirado a ejercer el poder, ha protagonizado el encubrimiento. Sin embargo, parece que esta vez –a pesar de ser un ensayo- muchos ciudadanos descubrieron el ropaje con el que se han venido disfrazando algunos políticos y privilegiaron mirar hacia el futuro, aun cuando flaqueen sus bolsillos. No quisieron entregar lo último que les queda: la dignidad y la esperanza.

 

El próximo paso es octubre y la elección “en serio”. Todos, ganadores y perdedores en las PASO, tendrán que hacer mucho esfuerzo frente a un electorado que comienza a estrenar rasgos de madurez.

 

Los políticos tendrán que hacer un curso intensivo de humildad, veracidad y autenticidad; además de probidad de honestidad.

 

Es muy cierto, también, que hay mucho militante ciego –de un lado y del otro-, al cual no le preocupa ni le interesan las virtudes de sus representantes. Eso se paga y al contado con el porvenir. No hay crédito para aventuras populistas y/o autoritarias.

 

A los que hoy gobiernan –sean de uno y otro partido- el electorado le brindará el éxito si ve que se encaminan a superar las expectativas, o el fracaso, si avizoran que los va a defraudar. El común, el hombre o la mujer de la calle, necesita visualizar claramente la alternativa valiosa.

 

La sociedad necesita un oficialismo y una oposición madura, con proyectos, de raíz republicana. Si los referentes atraviesan fronteras y cambian los mojones cotidianamente, la sociedad se confunde. Sólo separando la paja del trigo nos permitirá aclarar el panorama.

 

Todos sabemos que la historia no es lineal, pero hubo un momento en nuestra historia, en que el rosismo estaba agotado. Los que lo enfrentaron fueron capaces de perfilarse, no sólo como antirosistas, sino a favor de otra instancia diferente y superadora. Sin embargo, desde 1930 a esta parte, la Argentina prueba y vuelve a probar una receta agotada. Receta que invariablemente nos ha hecho bajar varios escalones. Es tiempo que, a caballo de este último ensayo electoral, se ahonde el racionalismo y el derrotero que desean los argentinos de bien guie al país hacia un mejor destino. Las urnas de octubre esperan esa definición.

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