El daño de la inmediatez

Por Carlos Bodanza - Mañanas de Campo

“Cada vez que entra un wasap diciendo que llovió en tal o cual campo o región, es como una puñalada en la espalda, miro afuera y de lluvias ni vistas”, me dice un amigo amargado porque mientras el campo sigue “crocante” los grupos una y otra vez cuentan los milímetros.

 

Claro, años atrás, la estación de servicio, la Veterinaria o algún otro punto de encuentro, eran el sitio donde ese día- o tal vez días posteriores- nos hacíamos una idea de qué había pasado, de cuánto había llovido, mientras que hoy, en un “on line” furioso, sabes que el vecino tiene los milímetros que a vos no te llegaron.

 

Los remates son siempre un sitio donde la información se genera, salvo la web y las cuestiones on line, todavía existen las ferias donde la noticia, se genera en los corrales, los precios, quién levantó la mano, porqué se corrió aquel lote, las razones de lo barato o lo caro, son la información que como intérpretes, debemos dar, no basta con una simple foto donde los valores, no siempre nos dicen “todo lo ocurrido”. Sin embargo, apenas sin señal, volvemos de alguna cabaña, de algún remate en regiones donde nadie aún puso una antena para lograr un mísero “3G” en la pantalla, cuando los primeros mensajes que entran, son consultando los resultados de las ventas. “En qué momento?” me pregunto como buscando explicaciones, de una carrera a la cual todos nos hemos subido y a veces con cierta obligación parecen presionarnos para que en casi un boca de urna, tengamos los resultados finales, cuando aún me faltan no menos de dos horas para llegar a mi casa y poder poner un poco de orden a los papeles.

 

Así vivimos, de urgencias aunque no lo sean, exigiendo, buscando, teniendo muchas veces sobreinformación para lo que ni siquiera estamos preparados, basta con ver lo ocurrido hace apenas dos días, donde el audio de una “supuesta doctora” alerta sobre el consumo de chinchulines, donde aún no existía un resultado, un diagnóstico, una razón, nada. Peor aún, la respuesta no se hace esperar y alguien explica que la Shigella (una de las supuestas bacterias involucradas en la también supuesta intoxicación) “no muere ni siquiera a 2000 grados de temperatura”, y allí es donde me vienen un montón de recuerdos de apenas un par de años atrás, cuando había que fumigar las calles y hasta los árboles para erradicar un virus, que nos dejaba afuera de cualquier conocimiento, obligando a la gente a aterrorizarse como ratas, “porque lo dijo un médico en la tele o porque algún audio viral en wasap”, nos daba cátedra de una nueva era de inmunología, porque la ciencia médica de los últimos 100 años, parece que no servía más.

 

Así estamos, así vivimos, al palo, prendidos de un celular que la mitad de las veces, nos dice cosas sin filtros, sin chequeos y reenviamos como autómatas, porque sin conocer quien lo dijo, sin saber del tema, pero buscando llegar rápidamente a conocidos y con la buena fe de dar una noticia importante, desparramamos una bomba que luego no habrá ni mil audios ni textos de wasap que puedan desactivar, porque el daño ya está hecho, porque el miedo, es cien veces más difícil de borrar que una información segura y confiable, porque justamente, hemos perdido la capacidad de confiar, porque hasta esos mismos médicos, se han cansado de decir “burradas” en esta obsesión por informar, cuando justamente solo estamos desinformando.

 

Son tiempos de inmediatez, son días de furia, existe demasiada información y nos hemos acostumbrado a que debe ser ya, por eso el diario de papel desaparece, es todo noticia de ayer y ayer no existe más, por eso viajan el Instagram, el twiter, el ticktoc y el wasap, pero por eso también, debemos ser todos un poco más serios cuando informamos, cuando reenviamos y sobre todo, cuando teniendo un título, una responsabilidad y una palabra que puede pensarse como autorizada, debe ser meditada al menos un segundo, porque ni siquiera la privacidad está al resguardo de amigos y conocidos, una vez en “red”, todo es de todos y claramente no debería ser tan así.

 

Por eso, antes de tocar esa tecla, de activar ese audio, se prudente, el gatillo una vez activado, desconocemos a que lugar llegará una bala que muchas veces podrá salvar una vida, pero en el camino puede hasta llevarse varias puestas. La inmediatez no siempre mata, pero seguramente deja muchos malheridos que se recuperarán más tarde que temprano y a veces, quizás nunca.  

Escribir comentario

Comentarios: 0