Gran Hermano

Por José Luis Ibaldi - Mañanas de Campo

Después de dos semanas de paz y amor, vuelve a esta columna la “nueva normalidad”.

 

Están anunciando a los cuatro vientos que vuelve a la televisión Gran Hermano. Para mí no es una novedad, porque los miembros del actual gobierno, políticos, sindicalistas, miembros del Poder Judicial y líderes de organizaciones sociales ya lo viene jugando con todos nosotros adentro, sin más premio para el pueblo que el de ser un poco más pobre cada día.

 

No han necesitado casting. Lo vienen realizando permanentemente y sus jugadores son muy avezados y con experiencia. Hay para todos los gustos. Tenemos imbéciles, boludos, chupamedias, corruptos, delirantes, traficantes, extorsionadores, ladrones, condenados por la Justicia, embusteros, fiesteros en plena pandemia, cobradores de peajes de planes sociales, por señalar algunas de las agraciadas características que los distinguen en forma individual como grupal.

 

Gran Hermano existe y es bipolar, por lo tanto, nos tiene a todos bailando distintos ritmos; entrecruzando acusaciones; entregando lapiceras y obligando a utilizarlas; por momentos, haciéndose la víctima y en otros, erigiéndose como una reina sin trono; encaprichada con la Justicia y, a la vez, desafiante cuando se acerca la hora de sus juicios orales.

 

Si bien el verdadero reality show se inició en nuestro país en 2001, ya se apreciaba por entonces una situación paralela en los presidentes que se fueron sucediendo ininterrumpidamente entre el 21 de diciembre de ese año y el 2 de enero de 2002, como los que les siguieron hasta el actual, y dejando una estela de situaciones muy incómodas como desopilantes. Cada una de sus malas praxis nos fueron dejando cola al Norte: Falta de gasoil; más inflación; más emisión; salarios paupérrimos; más actos de boludismo necrófilo, recordando a muertos que si se levantaran les patearían el trasero a más de cuatro; sindicalistas que se borran y dejan a sus representados a la deriva; una justicia acomodaticia con el poder; vacío de neuronas y de hormonas en diputados y senadores; promesas vacías de contenido, porque no les importa lo que le pasa al pueblo. Desconcierto, desazón, que nos hunde más y más en la decadencia absoluta.

 

Los integrantes del actual gobierno siguen al pie de la letra la frase de Groucho Marx, cuando decía que “la política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados”.

 

En fin, están haciendo casting para el Gran Hermano de verdad. Yo sugiero, al paso que vamos, que los productores de este reality show apunten al presidente y a la vicepresidente de la Nación, a los miembros del Gabinete, a la vocera, a los diputados y senadores, al Poder Judicial, a los líderes de movimientos sociales y a los sindicalistas y también a los ciudadanos de a pie que, como buenos bobos, seguimos haciéndole la claque a esta manga de imbéciles con nuestro voto. No esperemos milagros, sólo compasión de un mundo que nos mira azorado.

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