Grandes esfuerzos, para resultados inciertos

Por Carlos Bodanza - Mañanas de Campo

Suena el despertador y en los últimos días, agarrar el teléfono mete miedo. Las primeras imágenes muestran alguna helada en algún campo de la zona y los mensajes se cruzan preguntando lugar, hora, duración y seguramente en esos instantes, quién no está en el campo solo piensa en llamar a un encargado, un vecino o disparase hasta algún lote para saber si aún está a salvo del castigo divino.

 

Si no es la helada, las fotos del granizo de algún lote, la pedrada en algún video y las dramáticas imágenes y el relato de un criador reconocido en Saladillo, mostrando las madres de grandes campeones de la raza Angus, chapoteando entre los lotes, sin tener siquiera un lugar para echarse a descansar y “rumear” como Dios manda.

 

Otra vez llueve y el primer llamado pasa por saber cómo está el camino: “olvídate, hoy no pasas” me dice Gustavo mientras que por enésima vez cambiamos la fecha del trabajo. “Y si pasas los corrales son una chanchería” me convence definitivamente para que reprograme las fechas.

 

Así se vive el clima de estos últimos meses, que parece empecinado que la “bala de plata” (así para muchos denominan a esta campaña de fina) termine definitivamente matando algún fantasma que parece impedir una y otra vez, el ingreso de divisas en los bolsillos del productor y más que nunca, en las arcas estatales. La gruesa? Bueno, como vienen las cosas ya la siembra comienza a presentar interrogantes y el desarrollo de un verano “Niño” le pone los pelos de punta al más optimista de estos tiempos. Como si fuera una autoprefecía, cada vez que algún funcionario habla de toneladas posibles, hay un nuevo recorte de cosecha, de siembra y como si fuera poco, de valores. Un “tiro” en las patas, cada vez que se abre la boca.

 

De ganadería ni hablemos: de lo que pintó para ser el despegue y el soñado “boom ganadero” del reconocido Richard Bindi, caímos a la mayor de las depresiones, con un mercado de precios que es casi un insulto para categorías como la ternera, en clara señal de que el futuro ganadero no presenta interés alguno. Los feeloteros haciendo equilibrio en la bancarrota, los frigoríficos haciendo su propio juego y el consumo con la frente marchita de la mano de bolsillos flacos que más allá de estar frente al producto más barato de cualquier canasta – la carne- muestran su preocupación y dejaron un Octubre con los peores índices de consumo de los últimos tiempos. La exportación? Bien gracias, fue para unos pocos, en cuenta gotas y “se la quedaron toda” me responde un productor enojado. Sin plazos, sin créditos, sin márgenes, lo que tradicionalmente fueron los meses de mejores ventas (noviembre y diciembre) al día de hoy, salvo algún batacazo que nadie prevé, el año terminará sin pena ni gloria para los precios del mercado.

 

La tormenta perfecta? No, eso ocurre cuando uno hace todo bien y los factores se juntan para que el fracaso sea una variable imprevista. Hoy, en todo el mercado agropecuario, la mala praxis de gobierno aflora por donde se mire, sin previsión, sin apostar al sector productivo, destruyendo los créditos, la confianza y minando de impuestos, retenciones, cambios de juego y sin generación de nuevas herramientas que le den sostén a un negocio que de por sí, está lleno de incertidumbre.

 

El 2018, será un año perdido sin lugar a dudas, pero que nadie busque azar, mala suerte o fantasmas. El futuro es algo que se construye y aquí claramente, se trabajó para el derrumbe. No hay pesimismo ni mala fe, solo tristes realidades.

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