Volver a las bases

Por José Luis Ibaldi - Mañanas de Campo

Parafraseando a Jorge Luis Borges, los argentinos somos incorregibles. No lo digo con orgullo. Me duele a medida que voy entrando en años.

 

Un país que recibió a millones de inmigrantes a fines del siglo XIX y que a pesar de las inequidades de entonces les brindó amparo, trabajo y oportunidades, hacia principios del nuevo milenio expulsó a sus descendientes ante una crisis sin proporciones.

 

A principios del siglo XX figuró entre los países con mayores potencialidades de crecimiento y desarrollo, mientras que su presupuesto educativo era tan grande que equivalía a la suma de los presupuestos de América latina. De sus aulas salieron científicos, escritores, héroes, políticos, deportistas y artistas de renombre. Estuvo a la vanguardia.

 

Sin embargo, hubo un quiebre en nuestra manera de ser y hacer, y nos transformamos en un extravío, y comenzamos a vivir de prestado, porque en pocos años liquidamos las joyas de la abuela y las enseñanzas del sacrificio. En vez de ganarnos el pan con el sudor de la frente, nos empezó a gustar que nos lo regalaran sin ningún esfuerzo. Ahí comenzó nuestra debacle, no sin antes dejar un listado de “culpables” de nuestras desdichas, como para tapar nuestras propias impericias como ciudadanos que perdimos el rumbo ante los cantos de sirena de algún posible redentor.

 

Alguna vez lo he señalado en esta columna. Cuando el mundo doblaba la esquina, nosotros seguimos adelante con vocación suicida. Hoy, después de seguir machacando y convenciéndonos de que nuestros males tienen raíces externas y/o de algunos cipayos internos, transitamos un camino que parece no llevarnos a ninguna parte. Damos vuelta, como el perro, tratándonos de morder la cola.

 

En varias oportunidades buscamos al Mesías, el que nos haría zafar de la agonía que nos autoimpusimos. Claro, siempre sin esfuerzo y con la mano extendida para ver si agarrábamos algo.

 

Estamos ante las puertas de un nuevo 9 de Julio, Día de nuestra Independencia, y parece que no nos hemos dado cuenta que nos debemos muchas independencias y que tendremos que volver a las bases, para recuperar nuestra República. Debemos reforzar nuestros cimientos en equipo; sin falsas expectativas; aportando nuestra cuota diaria de sacrificio y sudor; con solidaridad; poniendo atención a los que menos tienen y brindándoles herramientas que los incluya y les otorgue dignidad; buscando equidad en la justicia; respetando y haciendo respetar a nuestra Constitución y su plexo de leyes, entre otras. Volver a las bases, al origen de nuestra ciudadanía. Sólo así podría festejar dignamente el Día de nuestra Independencia.

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