Cara y ¿ceca?, del otro lado de la moneda

Por Carlos Bodanza - Mañanas de Campo

La moneda tiene dos caras, un lado que hasta ahora mostró su mejor faz, donde en los últimos cinco años, siempre “era cara”, la otra nuestra cruz pareció quedar atrás. Sin embargo, la naturaleza es sabia y en su búsqueda de equilibrio, tarde o temprano compensa, aunque la cara sea “ceca”.

 

“Llegaron las lluvias y el campo comienza dejar atrás la sequía”, dispara uno de los principales diarios del país, encabezando lógicamente su suplemento agropecuario, en un claro ejemplo de que quizás, el concepto de “campo” abarca particular y principalmente, las principales regiones productivas. Así el artículo –excelente como nos acostumbra el amigo Bertello- repasa de la mano de los principales meteorólogos, lo que muchos anticiparon en el futuro corte de la sequía y la llegada de las lluvias.

 

Claro, por aquí las cosas son diferentes. Es difícil que alguien repase la importancia de una región cuyos rindes de trigo son marginales para la zona núcleo, pero sin embargo apoyados en calidad y rentabilidad, terminan quizás mejorando los márgenes de aquellos, situación que no todos conocen salvo por nuestros pagos. Cómo también es cierto que pocos hablarán este año de la soja de Estela, de los maíces en Bajo Hondo y quien lo hará del girasol de Cabildo. Somos campo, pero somos otra cosa, así de duro, así de claro.

 

Por eso también es grato en plena angustia, en plena sequía, encontrarse que no siempre todo es dramático. Saber que lo que para muchos durante años fue un capital acumulado, hoy solamente saldrán a repetir una fórmula dueña de campañas de regularidad y porque no, de hasta grandes rindes. Productores de directa, sentirán que la situación es normal, que nada ha cambiado y que la siembra se hará sin grandes movimientos. Por eso, en las malas, se ven las convicciones, se estabilizan los sistemas, no hay dramatismos. Las voladuras, las tormentas de tierra, la agonía total, no está en el manual del que no va al casino, del que no prevé nada. La angustia, es para los que buscaron rindes sobre sustentabilidad, es para los que se quedaron, “en los tres últimos veranos llovedores”.

 

Como grato fue también, entender que el mercado ganadero en los remates feria, no solo es trasparencia, en muchos casos, también es solidaridad, es comprensión, es laburar entre todos. Por eso ver que un lote de vacas se ofrezca a un determinado valor y el comprador asienta con la cabeza, muy avanzado el remate, es muestra de empatía, de solidaridad hacia el otro. Como lo es también entender que en estas circunstancias, se acabaron las pretensiones, ahora hay que intentar vender, ya es tarde para sostener valores que no existen en el mercado.

 

La otra cara, “la cruz”, sin dudas tiene su nombre por un motivo: nos obliga a refrescar la memoria, nos enseña de la manera más dolorosa, nos cuestiona si en las buenas fuimos capaces de guardar para las malas, si entendimos que el ciclo en la naturaleza no dura un año, y que aquí no hay buenos, ni malos, ni ganadores, ni fracasados. En la cruz, en la “ceca”, en ese “ying y yang” imaginario, está el secreto de los que entienden la enorme fragilidad que representa producir “dejando” lo que cosechamos y extraemos y no simplemente “ganando” y llevándonos lo que producimos.

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