En Pigüé, una casa de energías limpias desafía a los tarifazos

Ricardo Ciarlantini impulsa —en su hogar— el uso de energías limpias. El último verano

gastó una garrafa de gas y apenas $ 250 por mes de energía. "Esta tecnología

no es una rareza, sino que es segura y eficiente", dijo.

¿Su secreto? Googlear, leer, darse maña y animarse. Ah, y una inversión inicial que hoy puede rondar entre los 30 y 50 mil pesos. Esa es la fórmula del pigüense Ricardo Ciarlantini para tener una casa que no sólo promueve el uso de las energías limpias, sino que desafía a los tarifazos de gas y electricidad.

 

“Empecé con esto por obligación, porque estoy en una zona de Pigüé que no tiene red de gas. Había que aprovechar la energía al máximo y ahorrar. Lo primero fue levantar la casa con ladrillos aislantes, y después me empecé a meter en este tipo de sistemas. Ahí me encontré con un mundo nuevo”, contó a La Nueva.

 

“Hoy el objetivo cambió: es ver hasta dónde puedo llegar en autogeneración de energía. En forma simple, porque no es que me gasté 100 mil pesos; en su momento debo haber gastado el 20% o el 30% de eso”, refirió.

 

Su casa —ubicada en la calle Juan José Paso, en la zona sur de Pigüé— se ve rara desde la calle. Es como cualquier otra de barrio, pero en el techo se levantan tres grandes camas de tubos oscuros que miran al sol. También hay un panel solar.

 

La vista desde el patio es aún más rara. No sólo porque hay un gran tanque de agua casi al nivel de piso, forrado de material aislante plateado, y un tanque lleno de desechos orgánicos, sino también porque a pocos metros de la casa se levanta nada menos que un minimolino eólico.

 

“La calefacción de la casa depende básicamente del colector solar (dos de las camas de caños oscuros) y ese molino —contó Ricardo—. El colector tiene unos 50 tubos que calientan el agua a 40ºC o más, y con una bomba la hago circular por los caños de la losa radiante. Funciona de diez”. El molino abastece a una resistencia que calienta el agua en días muy nubosos. 

 

El colector solar fue la adquisición más cara.

 

“Lo compré en unos 12 mil pesos, pero hoy está en unos 18 mil. El molino, en cambio, lo hice yo. Es que el más económico, en su momento, salía como 30 mil pesos. Hacerlo me salió 3 mil”, recordó Ricardo. “No fue difícil —contó—. Busqué en internet cómo hacer las palas e hice un armazón de hierro con revestimiento de fibra de vidrio. El poste es de descarte: se lo compré a la Cooperativa Eléctrica. Y el generador lo hice yo: con imanes de neodimio que se venden por internet hice el rotor y el estator es un bobinado”.

 

El agua caliente para consumo humano —aclaró— viene de otra fuente.

 

“Para eso tengo un termotanque solar que va derecho a las canillas. Es espectacular. Tiene 200 litros, se instala muy fácil y en su momento me salió $ 4.200, cuando uno común salía 3 mil”, contó.

La cuestión de la electricidad es un tema aparte. Es que, según Ricardo, apenas tiene resuelta la mitad del problema.

 

“Tengo un panel solar que de día carga una batería, y con eso cubro el consumo de todas las luces de la casa, que son de led. Pueden estar todas prendidas a la vez por hasta seis horas”, describió.

“Lo que consumimos por los enchufes viene de la red pública”, aclaró. La compra del panel solar le salió, en su momento, 2 mil pesos. Y, la batería, 900. “Con eso se cubre el 100% de la iluminación para una casa tipo”, señaló.

Con todos los sistemas en marcha, los gastos en gas y energía eléctrica son bajos.

 

“En un mes de nubes negras podemos llegar a gastar 10 garrafas de gas envasado. Pero eso pasa un mes al año. En verano es distinto. Desde fines de noviembre hasta marzo pasado apenas consumimos una sola; es decir, 180 pesos en cuatro meses. El resto del año, el gasto promedio son $ 700 por mes”, contó.

 

“La factura de energía anda en los 250 a 350 pesos por mes”, completó.

 

Fuente: La Nueva

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