El recurso menos utilizado

Mientras parte de la sociedad argentina se pregunta dónde está Santiago Maldonado,

otra aboga por que el país recupere la marcha triunfal perdida hace decenas de años.

Sucede que en la Nación termina por ganar la inmediatez de los problemas cotidianos a los verdaderamente importantes. Solo aparecen los que cobran renombre y se fortifican porque consiguen el apadrinamiento de un sector para intentar instalarlo en la agenda diaria. Esto siempre ha ocurrido y cada vez se repite con mayor constancia, a tal punto de que es uno de los puntos fuertes que apelan algunas agrupaciones sociales para darse a conocer. 

 

El caso de Maldonado es uno de ellos. Por el momento se encuentra desaparecido, pero ese estado es conveniente para algunas facciones opositoras al Gobierno que avizoran un nuevo mártir de la represión. Hasta el momento no se conoce certeramente que sucedió y si se encuentra con vida o no, lo cierto es que ya se da por descontado que las fuerzas nacionales tuvieron que ver con este estado. Las suposiciones siempre son tentativa de lo peor, porque se juzga sin tener elementos tangibles para lanzar una aseveración determinante.

 

Si Maldonado está en el país o no, vivo o muerto, escondido o escapado, es probable que se sepa con el tiempo, aunque también hubo otros casos de desaparecidos como Jorge Julio López, al que la inefable Hebe de Bonafini cuestionó porque según ella era guardia cárcel. Sus consideraciones siempre son polémicas y muchas veces sin ningún tipo de sustento. Son los mismos casos, solo que uno es de un bando y el otro una víctima del Gobierno de Cambiemos. La idiotez de algunos pensamientos parece que goza de buena salud.

 

En este escenario, los desbandes producidos en la manifestación pidiendo por Maldonado terminaron con una serie de destrozos que deberemos pagar todos los argentinos. La pregunta es ¿si se va a reclamar, es necesario ir encapuchado, con palos y piedras para destruir todo lo posible?. La respuesta lógica sería no, pero aquí muchas veces prima la barbarie antes que la sensatez. Los ideólogos de las protestas aducen que se tapan para no ser fichados por la policía. La marcha no es ilegal, lo que está fuera de la ley son los destrozos que se generan al término de cada una de ellas y las promesas públicas de que la próxima será más violenta aún. 

 

El repudio de la sociedad debe mantenerse firme contra las acciones que la lleven a empobrecer su espíritu. Aún estamos a tiempo de sostener un diálogo con propuestas superadoras que intenten llevar tranquilidad a la población. Es el recurso más importante y el que menos se usa. Su implementación sería de gran ayuda en estos momentos. ¡Hasta el próximo lunes!.

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