Depende, una filosofía de vida

Por Carlos Bodanza - Mañanas de Campo

Hace apenas unos días atrás, en un remate en la “puerta de la Patagonia”, el tema recurrente era la feroz sequía que azotaba una amplia región, no de ahora, sino por lo menos en los últimos 2-3 años consecutivos. Y si, es cierto que no es una zona donde las lluvias abunden, pero también lo es que por esos “barrios”, lo poco llovido en tiempo y forma, permite que la producción exista. Y claro, esos mismos recibieron 30-50 y hasta 100 mm esta semana, día antes de la primavera, que harán maravillas en esos campos, en una suerte de “última bala en el cargador” dando justo al blanco, en el momento oportuno.

 

Pero también llovió donde no debía, en lugares –que paradójicamente a los secos- suelen tener episodios de inundación, es cierto, con obras jamás realizadas o mal hechas, con gobiernos que jamás se ocupan o se preocupan para que las cosas no sucedan, pero lo cierto es que producir en una “cuenca”, es casi tan riesgoso como producir en un semiárido. Simplemente habrá “extremos” y el productor debe afrontarlos pero entendiendo que tarde o temprano, el faltante o el sobrante, va a ocurrir.

 

“Depende” es la frase de cabecera de los Agrónomos y claro que no es casual y ni siquiera es una frase no responsable, todo lo contrario. Porque ella encierra justamente todo, lo que vendrá del año, lo que ocurrirá en determinados potreros y sus profundidades, lo que hará el clima de las malezas, lo que ocurra en los precios del mercado, lo que no está ni escrito ni previsto, por eso para producir, lo primero que hay que entender, es que “depende de” y punto, así de difícil o así de fácil, dependerá de cuánta cabeza, cuánta tecnología, cuánto manejo se meta en el sistema, para que las cosas ocurran.

 

Ya está visto, que el cielo y el infierno, bailan en el mismo campo. Ayer, las vacas al bajo, las pezuñas prohibidas, el pastoreo mala palabra, los discos en el galpón y hasta de fiebre aftosa, mejor no se habla. Hoy, la vaca es el nuevo oro de los campos –hay pocas, valen mucho y no habrá demasiadas al menos en un futuro inmediato-. Las pezuñas nunca fueron el problema, más bien lo eran las dos patas que llevaban las pezuñas al potrero, hoy se miran como parte de la solución en potreros sobrepasados de agricultura, compactados, sin nutrientes, pobres por carecer de rotaciones con pasturas o descansos, o vacas, por qué no. Los discos, pueden salir, no son el problema, por qué más que nunca “depende donde y para qué”, más allá de entender que lo que no se puede recuperar es suelo, y “apoyarlos” sobre la tierra, significa ser conscientes cuál es su uso. Y si, total la biblia y el calefón van juntos, y hablemos de Aftosa, terminemos con el “terrorismo vacunal” de que debemos vacunar por que sí, porque si hay un brote –como puede haber en cualquier lugar del mundo- no es final de nada, simplemente es necesario ser lo suficientemente responsables para tratarlo seriamente en tiempo y forma y punto. Claro, se ve que nunca seremos serios, de ahí el terror manifiesto.

 

Ya está visto, no hay extremos, ni rotativos para siempre, ni todo pastoreo “racional Voisin”, ni glifosato hasta la muerte, ni malezas o buenezas, ni cuatro ordeñes diarios, ni “once a day”, ni receta alguna para las mil y una formas de producir, donde cada una va a “depender´” del sistema, del bolsillo, de las posibilidades, del clima y de la geografía.

 

Un amigo me dejó una palabra grabada, en unos de los tantos debates sobre qué hacer, cómo manejarse, qué es lo ideal: existe lo “posible” y es allí donde cada uno sabrá apuntar para lograr lo mejor. Ni hay grandes genios que sepan todo –pobres de ellos si así lo creen- ni profundos ignorantes por no hacer lo que otros desearían que se haga.

 

Lo ideal, siempre “depende” de lo posible y es allí donde nacerá el cielo o el infierno para cada campo. Solo una vez más lo diremos: “depende” de qué lado del mostrador se lo vea y sobre todo –como en muchísimos- se lo “sienta” y allí nacen mil editoriales más, para una filosofía que tiene tanto de productiva como de vida.

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