La Revancha de la vaca

Por Carlos Bodanza - Mañanas de Campo

Todavía recuerdo el camino, ancho y muy bien arreglado, “mil veces pase por acá, por esta entrada” me decía por dentro recordando los viajes de chico a Mar del Plata, o ya de grande, las idas a los diferentes congresos. A medida que la costa se ponía más cercana, las primeras huellas de arena iban ganando la calle ancha. Fue allá lejos y hace tiempo, más de 20 años seguro cuando visité el que fuera uno de los más emblemáticos campos ganaderos de la provincia, ubicado en cercanías de Miramar y lo visto en el recorrido quedó para siempre en mi retina.

 

Eran otros tiempos de mi vida, eran épocas donde ir a la manga a colaborar con mi mejor amigo y colega, era una suerte de vacaciones con trabajo, se disfrutaba todo, desde sangrar cientos de animales, anotar planillas pero sobre las cosas, aprender de cada lugar visitado. “Por suerte la patrona sigue al mando de todo y para ella las vacas no se tocan”, explicaba el mayordomo al consultarlo porqué habían desmontado los eucaliptos allá al fondo, mientras que un australiano quedaba a la vera de la nada en una verdadera carrera “armamentista” por la soja. “Cada vez las arrinconan más, ya se llevaron mucho a Huanguelén pero mientras la dueña viva, no hay administración que la convenza de pasar todo a agricultura”, explicaba quien además, tenía una enorme pasión por los caballos y el Endurance.

 

Y así fue, la vaca fue desterrada de los campos, fue víctima de los peores potreros, sus “patas” eran enemigos para aquellos dispuestos a sembrar hasta la última maceta. Y así, fue corriéndose, fue marginal y el golpe de gracia, se lo dio finalmente Cristina, Moreno y toda la comparsa de fundidores de países, que festejaban el hecho de “comerse si es necesario, hasta la última vaca”. Infelices, merecedores del peor de los destierros, ideólogos de la cultura anti campo, anti producción y anti país, que es más o menos lo mismo.

 

“Y un día la vaca va a valer” y ese día se terminaron los cuestionamientos. La pezuña ya no es tan dañina, lo que daña es el uso que se le da, es la altura de lo que come, es el fundamentalismo de no pensar en ecosistemas, que de una forma u otra, se compensan. Por eso, en Aapresid no todo es plata, no siempre se vive de los extremos, se avanza, se piensa, se ven los números, se debate, se abre todo el tiempo la cabeza. Por eso, en Aapresid, este año al igual que en el mercado, la vaca fue por la revancha.

 

Muchos pioneros de la siembra directa la defendieron a capa y espada, cuando parecía que no había argumentos. Pero una y otra vez mostraron que era posible, que las “y” son más poderosas que las “o” y que no hay que ir por una o por otra, o acaso creen que aquellos que fundaron nuestros campos no lo vieron siempre? En que campo no hay corrales? En que campos no hay mangas, molinos, tanques? Tan poco sabían ellos o tal vez, a pesar de la falta de tecnología, o de los propios conocimientos que hoy tenemos, sabían un poco más de equilibrio, de ambientes, de convivencia en los llamados “ecosistemas”? Quién no escuchó a un viejo decir, “la vaca siempre me termina salvando”, cuando grande, chico, malo o bueno el campo, la agricultura tienen un porcentaje muy importante de “riesgo” comparado con la vaca?-

 

Se acabó el debate, la vaca vale y guste o no, las empresas agropecuarias, son números, con pasión, con ideas, con tendencias, pero son números. Y en los números, a la vaca hoy no hay con que darle. Bienvenidos a la ganadería, la vaca hoy va por la revancha.

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