Ruta nacional 35: la odisea de vecinos y transportistas para llegar a Bahía Blanca

Después de la inundación del 7 de marzo, que dejó intransitable un puente sobre el río Chasicó, el tránsito desde La Pampa hacia nuestra ciudad debe realizar un rodeo interminable para llegar a destino, o bien aventurarse por caminos rurales en mal estado.

Pasaron más de dos meses de aquel fatídico 7 de marzo, en el cual una lluvia de más de 400 milímetros en pocas horas golpeó fuertemente Bahía Blanca y parte de la región, dejando varios muertos y pérdidas por miles de millones de pesos en infraestructura, pero todavía continúa sin solución uno de los principales inconvenientes que dejó la inundación: el cierre del tráfico vehicular de la ruta nacional 35.

 

Ese día, el caudal de agua sobre distintos puntos de la traza que comunica Bahía Blanca con Villa Iris y La Pampa trajo varios problemas e incluso obligó a que el tránsito se cerrara en varios lugares de la carretera. La vía natural de comunicación entre nuestra ciudad y la capital pampeana, Santa Rosa, estaba bloqueada; hoy, más allá de los trabajos que se vienen realizando, todavía continúa de esa manera.

 

 

Pero a principios de marzo, la situación era muy diferente: además de los cortes por presencia de agua sobre la calzada, el agua se había abierto camino por sí sola en cuanto lugar había querido. Hondonadas, socavones y nuevos cauces se habían producido en pocas horas por la fuerza del líquido escurriendo, causando destrozos y mortandad de animales por doquier. En ese momento, muchos chacareros también se habían visto impedidos de salir o llegar a sus campos.

 

Sin embargo, la imagen de la inundación en aquel sector fue la del puente ubicado sobre el kilómetro 65 de la RN 35, sobre el río Chasicó. Los destrozos provocados por la inesperada y sorprendente marea originada por las precipitaciones causaron que la estructura se debilitase y fuera cerrada en un primer momento, hasta que días después parte de ella terminó desprendiéndose y cayendo al cauce original del curso de agua.

 

Para ese entonces, ya se estaban analizando e implementando soluciones. Como los tiempos de gestión y de obra son distintos de los de la gente, esta buscó nuevas alternativas.

 

Por un lado, los productores comenzaron a utilizar cualquier lugar que les permitiera pasar desde o hacia sus campos, ya fuera por ruta, camino rural o dentro de establecimientos vecinos. Invariablemente, la mayoría de esos sectores se encontraban en mal estado, ya fuera destrozados o llenos de barro, por lo que ese tránsito no hacía más que empeorar más la caótica situación en la que estaban.

 

Desde el sector oficial, la idea fue habilitar lo más rápido posible todo ese tramo, amén de los problemas que existían en otras partes y rutas que habían sido afectadas por la misma inundación. Conforme fueron pasando los días y fueron bajando las aguas, y si bien se habían improvisado algunos vados en ese lugar, comenzaron a llegar maquinarias y personal de Vialidad Nacional desde distintos puntos del país para acondicionar el sector y que volviera el paso vehicular.

 

Los trabajos se vienen desarrollando desde hace aproximadamente un mes y, si bien en un principio se había estimado que no durarían más de tres semanas, lo cierto es que se han ido extendiendo en el tiempo. Es más, hoy en día desde el Distrito XIX de Vialidad Nacional hablan de tareas a contrarreloj en el sector de manera de “devolver la transitabilidad y la libre circulación para todo tipo de vehículos”.

Estas obras que se vienen llevando a cabo consisten en la conformación de un terraplén de avance, para lo cual ya se han instalado cuatro alcantarillas de 20 metros de largo y 2 metros de diámetro en un vado sobre un campo lindante a la ruta nacional 35, a unos 100 metros del malogrado puente -que todavía sigue en pie-, que permitirán restablecer la transitabilidad entre los territorios bonaerenses y pampeano.

 

En la actualidad, según indican desde Vialidad, el corte es total en el sector, y para todo tipo de vehículos, como ya se determinara a pocos días de la inundación. Sin embargo, la realidad es otra: los vehículos van y vienen por la ruta hasta que llegan a inmediaciones del puente -en cualquiera de los dos sentidos- y a partir de ahí utilizan el vado sobre el Chasicó para saltear el retén, o los conocedores toman un desvío a través de caminos rurales.

 

Esto ya trajo problemas, porque el montículo se ha desmoronado al no estar del todo consolidado, lo que obligó a que los trabajos debieran retomarse casi desde cero en alguna oportunidad; y porque, como pasó siempre y más ahora luego de la inundación y los destrozos provocados por el agua, los caminos rurales no se encuentran en buen estado.

 

A partir de esto, son muchos los inconvenientes que se generan para vehículos pesados y livianos. Aunque esté absolutamente prohibido, los camiones siguen pasando y rompiendo lo reparado, dejando la traza en peores condiciones aún para autos y camionetas. En algunos casos, hay tramos que quedan en tan mal estado que es casi imposible circular a una velocidad mayor a los 10 o 20 kilómetros por hora.

Entonces, desandar los 125 kilómetros que separan Jacinto Aráuz de Bahía Blanca, los 105 de Villa Iris o los 75 a San Germán puede convertirse en un viaje interminable y un gasto extra obligado en combustible, debido al rodeo que hay que realizar para llegar hasta nuestra ciudad.

 

En el mejor de los casos, la gente debe ir hasta 17 de Agosto y desde ahí llegar por la ruta provincial 76 -de tierra- hasta Chasicó, para retomar la ruta 35; también pueden tratar de ir hasta Tornquist o La Vitícola, en la ruta nacional 33. Sin embargo, quienes tienen autos comunes y corrientes deben viajar hasta Puan y Pigüé, duplicando así la distancia de viaje. Además, el estado de esta última carretera, a partir de las obras de construcción de la autovía Bahía Blanca-Tornquist, que están abandonadas hace demasiados meses-, deja bastante que desear y empeora cada día más.

 

Por si fuera poco, estos no serían los únicos trabajos que hay que realizar en ese sector. Desde la división Estudios y Proyectos del distrito bahiense se están relevando los daños ocasionados en diversas obras de arte de la traza de la 35, particularmente los ubicados entre los kilómetros 8 y 124, para planificar futuros trabajos de reparación.

 

Para la realización de obras de mayor envergadura, el mantra que se repite en círculos gubernamentales es el viejísimo “no hay plata”, que fue recuperado por el Gobierno nacional a comienzos del mandato de Javier Milei para referirse a posibles obras de infraestructura por realizar o retomar las que venían haciéndose -de una forma u otra- desde años atrás, gobernase quien gobernase.

 

De hecho, hasta el momento y de acuerdo a información de fuentes más que calificadas, la solución solo podría llegar a partir de una intervención -léase préstamo o intervención- de un organismo internacional que aporte los fondos necesarios para la realización de este tipo de proyectos.

 

Problemas

 

Las lluvias de la noche del 6 y de gran parte del 7 de marzo ocasionaron graves problemas en muchas rutas de la zona, cerrándolas al tránsito, provocando roturas y socavones. Sin ir más lejos, en la noche del jueves ya se había cortado un puente en la ruta provincial 65, cerca de Guaminí, por los daños generados por el agua.

 

Al día siguiente, con gran parte de Bahía Blanca bajo agua, la situación se vio multiplicada en otros puntos cercanos a la ciudad, como en la ruta nacional 3 sobre el canal Maldonado; en la misma ruta, en Villarino, en cercanías a El Pibe de Oro, o en la ruta nacional 35, en el tramo entre la ciudad y el límite con la provincia de La Pampa.

 

El primero de ellos tardó varios días en solucionarse: de hecho, recién se habilitó hace unas semanas, con la implementación de dos puentes modulares tipo Bailey pertenecientes a Vialidad Nacional; el segundo había sido reparado a las pocas horas del temporal. (La Nueva)

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