Por Carlos Bodanza - Mañanas de Campo
Si ya se lo que me vas a decir, que no te gustan las formas. Que se contradice mil veces, que toma medidas y luego retrocede, que acusa sin argumentos, que se va de boca, que una y otra vez –si esto fuera tenis- vive de errores no forzados. Es así, te guste o no te guste, es así la cosa.
Por estos días está de moda lo de los “ensobrados”, y dedo para acá y dedo para allá, desde que tengo uso de razón, los periodistas son los culpables de todo mal, fue ayer, es hoy y será mañana, es sin dudas el precio menos caro a la hora de buscar un enemigo, es algo histórico, esto de que la política necesita imperiosamente el conflicto y muchas veces, la prensa es el ámbito más resonante, más allá de que tal vez revolviendo, algo habrá, acá inocentes no existen en ningún bando. En mi caso, vivo apegado a la frase de Larralde, “que la pise el que le toca” y como en este espacio no hay, no hubo y probablemente no haya, “pauta oficial” y mucho menos plata para “operetas”, el sobre me tiene sin cuidado, el único que conozco es el que me dan un minuto antes de votar. Por el resto, “que ladren Sancho”, que el rumbo lo tengo claro.
Lo de Libra? La verdad, no tengo idea ni me preocupa, no me dedico a la timba financiera –así se llama, por lo tanto cualquiera que allí ponga un centavo, está dispuesto a perderlo, sino no llevaría dicho nombre- lo que me hace tomar la distancia necesaria para decir simplemente, “son cuestiones privadas”, y si el “gaucho” tuvo que ver, que lo dirima en la justicia pero vuelvo a lo importante, no la sacó ni toco de “la nuestra”, la del estado, la que siempre se llevaron los que hoy acusan.
Y ahí vamos, con dimes y diretes, expulsando, achicando, rompiendo, lo digo y lo repito, este país necesita que alguien lo rompa todo, es la única manera de reconstruirlo, arrancado por el sector político, nuestro peor cáncer que con disfraz de democracia, intenta convencernos lo necesario que son, la importancia que tienen y sobre todo, la sensación de creer que son los dueños de la estancia, cuando son simples mensuales a sueldo, con el enorme respeto que los mensuales me merecen, al lado de la gran mayoría –y vuelvo a dejar abierto para el que quiera sentirse parte- de estas lacras con derecho a voto.
Y no hace falta mucho más, porque esta semana si había una forma de demostrarnos a todos los ciudadanos de lo que son capaces, era esta cuestión de ficha limpia, esa que vos y yo cada vez que hemos presentado un curriculum, debíamos demostrar estar limpios de culpa y cargo, no poseer antecedentes, mucho menos estar condenados por la justicia, como si esto fuera tan fácil, como si armar un expediente de cientos de miles de fojas, fuera cosa de un rato, como si los fiscales fueran todos corruptos, los jueces, abogados, contadores, todos aquellos que pasaron por ejemplo, dos veces por la revisión de las causas de una tal Cristina Fernández de Kirchner, todos puestos de acuerdo para condenar dos veces, a una multimillonaria junto a su familia de “nuevos ricos”, rasgándose las vestiduras cuyo alegato de inocentes, solo puede ser aceptado o por estúpidos o por corruptos, no cabe una tercera opción salvo la de cómplices, para todo aquel que siga defendiendo un partido político que ha sido la peor vergüenza de la historia de esta República. Y si, tiene cómplices, todos aquellos que con su voto, siguen apoyando la idea de festejar en un Senado Nacional, la muerte de la honradez, de la supuesta “honorabilidad de los cargos”, eso han hecho, han matado el derecho a la dignidad de todos sus cargos.
Ya no hay una grieta, hay un abismo imposible de cerrar y la verdad, no me interesa hacerlo, porque lo digo una y otra vez: están los que roban y están los que votan ladrones, la acción es diferente, pero la responsabilidad es la misma. La política no tiene la culpa, simplemente, quienes van y depositan un voto, tengan claro que su ficha –la moral si aún la tienen- está lejos de estar limpia. Libertario? Ni cerca, pero de estas basuras que festejaron esta semana, hasta que no desaparezcan, me pongo mil melenas en la cabeza.
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