Por José Luis Ibaldi - Mañanas de Campo
“Lo esencial es invisible a los ojos”, dice El Principito, y en la Argentina hay muchas mujeres y hombres que integran instituciones, ONG o simplemente se juntan en el llamado tercer sector, para realizar tareas encomiables, fundamentales, cuyo fin es dejar una sociedad mejor. Los alimenta el multitudinario anhelo de hacer el bien.
Esas personas esenciales pueden ser vecinos nuestros, o los tenemos viviendo en el barrio, pero su tarea es tan silenciosa como estruendosa en resultados. ¿Cuántos de ustedes conocen que existe la Fundación FONBEC? FONBEC es el Fondo de Becas para Estudiantes. Pude conocer su labor hace unos meses cuando me crucé en un evento realizado en la UTN a Patricia Bertacco, coordinadora, y a María Marta Casali que, junto a otras personas, son voluntarias de la Fundación en Bahía Blanca.
Los seres humanos no transitamos caminos paralelos. Aquellos que somos creyentes decimos que Dios se encarga de hacernos encontrar en alguna intersección de la vida. Y eso ocurrió cuando un llamado de María Marta me alertó de la presencia en nuestra ciudad del ingeniero Facundo Garayoa, un cordobés con raíces en la zona de Tres Arroyos, que en 1999 inició la Fundación FONBEC.
Me regaló un pequeño libro, “Soñar sin Límites”, con 16 historias de chicos que atravesaron situaciones difíciles y hoy son profesionales gracias a FONBEC. Ese trabajo escrito contiene un prólogo escrito por Facundo señalando aquel inicio: “En el año 1999 daba catequesis en Villa Martínez, Córdoba, y Daniela, otra de las maestras, me contó con gran tristeza que dejaría la carrera de Periodismo por falta de recursos económicos. Se lo comenté a un amigo, que se interesó por el caso, y me dijo que él me daría todos los meses el dinero necesario para que Daniela terminara sus estudios. Luego de un corto tiempo, comenzó a ayudar a otro chico llamado Carlitos y así, de modo informal y sin planificarlo, fuimos conectando personas y replicando el modelo en varias ciudades del país”.
Y prosigue Facundo: “Años más tarde este amigo, un conocido médico cordobés que actualmente sigue siendo padrino, me dijo: ‘Lo mejor que hice en mi vida fue invertir en el estudio de personas carenciadas’. Creo que este es el gran desafío que tenemos por delante: promover el desarrollo personal a través de la educación”.
Si bien en próximos programas vamos a pasar una nota que le realicé a Facundo, a Patricia Bertacco y a María Marta Casali, que han hecho y siguen haciendo una tarea encomiable en Bahía Blanca y la región para atraer a “Padrinos” y a la vez detectar a chicos que tienen buenas notas, que deseen estudiar, que se esfuercen y necesiten una ayuda económica, también es muy importante que sepamos que, un pequeño aporte, nos puede convertir también en colaboradores, en amigos de FONBEC y, como lo propone el libro de esta Fundación, podemos ayudar a que muchos chicos puedan “soñar sin límites”.
Pensando en esa noble tarea que realiza la Fundación FONBEC, cierro esta columna con palabras escritas por Ernesto Sábato en su libro “La Resistencia”: “Cuando somos sensibles, cuando nuestros poros no están cubiertos de las implacables capas, la cercanía con la presencia humana nos sacude, nos alienta, comprendemos que el otro nos salva”.
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