Por José Luis Ibaldi - Mañanas de Campo
En pocos meses la inflación comenzó a caer producto de un cierre de grifos y por otras acciones más, encaradas por la actual administración del país. Sin embargo, en la oposición y en algunos legisladores y senadores cuyas voluntades se inclinan hacia donde mejor les da el sol o en las organizaciones sociales, no cuadra esta manera de administrar el proceso inflacionario, a la vez que se desgarran las vestiduras por los pobres y los comedores populares.
En el libro “Libertad o Barbarie”, escrito por el destacado periodista cordobés Pablo Rossi, se señala que hay que buscar en los escritos de John Maynard Keynes los efectos tóxicos de la inflación.
En uno de sus trabajos, Keynes señaló lo siguiente: “Lenin decía que la mejor manera de destruir el sistema capitalista era corromper la moneda. Mediante un proceso continuo de inflación, los gobiernos pueden confiscar, en secreto y de manera desapercibida, una parte importante de la riqueza de sus ciudadanos. Por este método no sólo confiscan, sino que confiscan arbitrariamente y, mientras que el proceso empobrece a muchos, enriquece a pocos. La visión de esta reorganización arbitraria de la riqueza afecta no sólo a la seguridad, sino también a la confianza en la equidad de la distribución actual de la riqueza. Aquellos a quienes el sistema trae ganancias inesperadas, más allá de sus méritos e incluso más allá de sus expectativas o deseos, se convierten en ‘especuladores’, que son el objeto de odio de la burguesía, a quien el inflacionismo ha empobrecido, no menos que al proletariado. A medida que la inflación y el valor real de la moneda fluctúa enormemente de un mes a otro, todas las relaciones permanentes entre deudores y acreedores, que constituyen el fundamento último del capitalismo, se vuelven tan completamente desordenadas que casi carecen de sentido y el proceso de generación de riqueza degenera en un juego de azar y lotería. Lenin tenía toda la razón. No hay sutil ni más seguro medio de anular la base existente de la sociedad que el de corromper la moneda. El proceso involucra a todas las fuerzas ocultas de la ley económica del lado de la destrucción y lo hace de una manera que ni un hombre en un millón es capaz de diagnosticar”.
Hasta aquí Keynes y sus conceptos sobre lo pernicioso que es el proceso inflacionario corrompiendo la monera vía inflación y hacer un cambalache de la economía. El kirchnerismo lo hizo y se robó todo. Por eso andan pegando gritos e incitando a la violencia como ocurrió esta semana frente al Congreso de la Nación cuando se estaba tratando la Ley Base. Ellos y sus seguidores son los responsables de la pesada herencia recibida por la actual administración, y que pronto puso manos a la obra para que la inflación no siguiera escalando.
La orgía del kirchnerismo y de los idiotas útiles que le hicieron la claque durante tantos años recibiendo algunas migajas, no se va a aplacar de la noche a la mañana. Hay mucho por atravesar para sacarnos de encima esta cultura inflacionaria que tenemos arraigada los argentinos. Habrá mucho sudor y lágrimas en este camino que se ha impuesto el Gobierno. Mientras, habrá que aguantar a pie juntillas cada cimbronazo de estos aprendices de Lenin, porque como dije alguna vez, hay que resistir el brete y el corral, para seguir siendo república.
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