El espejismo llegó al final

Por Carlos Bodanza - Mañanas de Campo

Está dura la calle no hay dudas y todos vivimos bajo la misma consigna. Revisamos nuestros gastos, protestamos con la luz, compramos lo necesario y hace rato que la palabra “ahorro” se borró del lenguaje mensual. Hasta cuándo? Es la pregunta de muchos, preocupados por la idea de que esto sea permanente y que el tobogán en bajada del “mes a mes” no tenga final.

 

Dicen que para saber “quienes somos” debemos entender de dónde venimos, y allí, es donde las respuestas aparecen, una tras la otra, sobre todo si en realidad nos preguntamos “desde cuando” y ahí es cuando la memoria encontrará que es hace mucho, pero muchísimo tiempo.

 

Lo primero que debemos hacer es mirar más allá, saber que es lo que ocurre en el mundo para poder compararnos, para poder comprender el verdadero grado de patología en el cual vivíamos y sin embargo aún, nos cuesta resignar, como todo enfermo, negados del problema. Entonces….son baratos los servicios en el mundo? No!!! Caros, carísimos, sino vayan a cualquier país Europeo, a cualquier país sudamericano o adonde gusten, y verán que luz, agua y gas, son bienes absolutamente cuidados por todos. Aquí, compramos energía, importamos gas y sin embargo, todos creemos tener el derecho a usarlo libremente y sin reparo, porque así nos enseñaron, porque así nos criamos durante años, porque entendimos que el esfuerzo, siempre lo deben hacer “los que tienen” y el resto, debe vivir libre y alegremente sin sacrificios.

 

Dije de donde venimos…quienes tengan abuelos, quienes tengan padres que aún recuerden los relatos de sus abuelos…pregunten, cómo era aquella Argentina pujante y mencionada en el mundo como potencia, exportadora, de oportunidades, dispuesta a soñar con grandes riquezas. Ese país, tenía gente que cuidaba cada uno de sus gastos, tenía quinta en los patios, tenía hornos en las casas en donde el pan no se compraba, de noche –y ni les digo hasta no hace mucho quienes viven en el campo- la luz, se apagaba temprano, porque el “ahorro” no era que te sobre plata para viajar por el mundo, era para poder vivir, para progresar, para poder hacer de este país un país grande.

 

Los síntomas de la enfermedad aparecen justamente cuando un Europeo te dice que no puede viajar porque es caro, mientras que un país con la mayor inflación del mundo, con más riesgo país que Ucrania en plena guerra, manda vuelos llenos de turistas a Miami, a Italia, al caribe y adonde sea, y allí, los supuestos “fundidos del mundo”, nos codeamos con la elite, hacemos selfies con grandes comidas y tragos. Pregunto: no suena al menos raro? No les hace ruido de ver que en realidad vivir dentro de ese espejismo tiene que tener un costo muy pero muy grande? Claro que lo tiene, pero al salir del espejismo, la realidad necesariamente va a ser dura, durísima y si con tan solo 6 meses de realidad estamos preocupados, es porque aún no tomamos consciencia del despilfarro de país en el que vivimos durante los últimos por lo menos 30 años.

 

El único futuro real y posible, es en el que todos hagamos un esfuerzo, pero cuando digo todos, es inclusivo, desde el primer político –que gran parte de ellos no entienden y no quieren que el espejismo se acabe- hasta el de allá arriba y el de “la zanja”, todos es todos, sin que nadie reciba nada sin un mínimo esfuerzo, ese es un país con futuro, el resto es solo un relato que tarde o temprano, nos chocará de frente contra una peor realidad que la actual.

 

Hoy todos estamos atravesando ese momento, esa mitad del río donde ir para atrás, ya hemos ido mil veces y hemos regresado a los mismos problemas. Es hora de hacer el salto definitivo, ese que empezó sacando del gobierno una ideología obsoleta y destructiva. Tal vez este no sea lo ideal o el mejor viaje al cruce de la orilla de enfrente, pero por lo menos, seamos libres de intentarlo, de comenzar a visualizar una costa más real porque mirar hacia atrás, será volver al espejismo y como tal, cuando se acaba, nada es lo que parece. Esto es lo que es, la realidad, dura, cruda, pero con sabor a verdad, uno de los únicos bienes que aún en estos tiempos, siguen valiendo la pena.

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