Autoconvecidos del fracaso

Por Carlos Bodanza - Mañanas de Campo

El caso de la Aftosa en la Argentina es algo emblemático, nos pinta como somos, con nuestras limitaciones, llenos de temores, atados –sin querer soltarlo- a un pasado que por más frase que parezca, nos condena, nos tiene agarrados y a la vez, nos muestra incapaces de mirar hacia adelante, nos autoboicoteamos, dejamos claro que “con nosotros no es posible”, y un montón de frases, de aseveraciones, que tarde o temprano, nos condenan pero en serio, es un juicio a nosotros mismos, siendo culpables sin voluntad de demostrar lo contrario.

 

Meterse en la historia de la enfermedad sería transitar horas y horas de una maraña que solo aquí somos capaces de lograr, como muestra sobra el coronavirus, donde la inmunología, termina mirándonos sorprendidos de como a veces somos capaces de hasta prácticamente, inventar o crear una nueva ciencia, que rompe todos los parámetros estudiados y conocidos.

 

Hasta no hace mucho, el debate fue si dos cepas, si cuatro, mientras que la ausencia total de actividad viral, no deja demasiado en discusión, salvo los fantasmas de “y qué pasa si hay un brote”, como si los países que avanzan hacia la exportación, hacia el comercio, hacia justamente “adelante”, solo piensan en liberarse, en ganar mercados, en ser mejores, pero para eso, existe la palabra, riesgo, los perdedores, jamás van para adelante.  

 

Para que haya un brote, nuestras fronteras del norte, algún día deberían ser fronteras, y no hablo de aftosa, una enfermedad de perjuicio comercial, porque aquí parece que todo el resto que es capaz de enfermar al ser humano, no tiene tanta relevancia, pregunten por Brucelosis, Hidatidosis o la milenaria Tuberculosis. “Salí de ahí Maravilla” diría alguien sabiamente, para plantearnos si seriamente como país, nunca pensamos establecer fronteras? de extranjeros? de enfermedades?y de yerbas muy peligrosas que se ve pueden entrar y salir libremente, no como la mayoría de los ciudadanos que solemos requerir trámites y otras cuestiones. Es posible que jamás podamos ni siquiera, generar controles para la hacienda? Se ve que autoproclamamos que no.

 

Así entonces acaba de terminar la campaña y no podemos permitir que la frase siga siendo “y en algún momento tenemos que” cuando lo que a partir del lunes tenemos que decidir, es qué vamos a hacer con la vacunación en los próximos cinco años, su formato y el futuro de la misma, sin más postergaciones, sin más supuestos, sin más miedos y sin ningún tipo de condicionamiento, más allá de que soy de los que creen que bajo el mismo formato pero uno mucho más austero y diminuto, fundaciones y entes sanitarios, deben seguir adelante, hoy con una vacunación modificada –tal vez solo menores, tal vez liberar alguna región extra- pero de las pocas cosas que han logrado un buen funcionamiento, debemos conservarlas, utilizarlas para otros avances, pero no sentir que están “aferrados” a una cuestión económica o de medio de vida, lo mismo a la hora de hablar de zonas libres, las mismas deben medirse por conveniencias de todo el país, no podemos sitiarnos en que “a Patagonia lo perjudica” cuando ganaderos de la Republica Argentina, somos todos.

 

Hay un mundo que avanza, que se mueve, que progresa, que es libre, mientras sigamos aferrados y enamorados de nuestros propios fracasos, seguiremos solo mostrando miedos que hacia afuera, solo generan desconfianza, porque para ser mejores lo que no podemos dejar de hacer, es ir hacia adelante, implica riesgos, implica cambios, cierres, nuevos objetivos, pero llegar a una campaña más de aftosa sin siquiera haber dado un debate en serio y sin ataduras, sería salir del pozo que nosotros mismos decidimos cavar, allá lejos y hace tiempo, no cuando se liberó la vacunación, sino cuando nuestros propios productores, introdujeron la enfermedad.

 

Se acaba la paciencia, la plata, la comodidad y sobre todo, la mirada de la ganadería como una producción marginal. Hoy hay un mundo ganadero cargado de tecnología, de conocimientos y dispuesto a proyectarse a un mundo que en carne vacuna, no tiene demasiada competencia con el “talle” de nuestra marca bandera emblema y para sostenerla en lo más alto del mástil hace falta políticas, profesionales, entidades –sin condicionamientos-, y ganaderos, dispuestos a dar las batallas que haya que dar. El mañana es hoy, lo que haya que escribir, debatir, aprobar y realizar, no tiene más plazo.

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