Cosecharás tu siembra

Por Carlos Bodanza - Mañanas de Campo

Los recuerdos se hacen borrosos, el tiempo es cruel a la hora de graficar las realidades pero lo cierto es que 16 años después de aquel 11 de Marzo emblemático de la 125 del año 2008, la capitalización de lo que fuera tal vez el mayor movimiento social, prolongado y con mayor fuerza en un ámbito 100% democrático, quedó absolutamente en la nada misma. Fueron 170 días de lucha, pero cuando se habla de días no se deben dejar de computar noches interminables, tal vez el mayor ejemplo de la historia Argentina de los tiempos modernos, de cómo encolumnarse detrás de una sola idea.

 

Las imágenes de Europa suelen ser fuertes, uno no imagina tremenda “insurrección” sin graves consecuencias, ver estercoleras vaciando su contenido frente a una casa de gobierno, ver tractores derribando empalizadas y enfrentando a la policía, cortes de kilómetros de rutas con maquinarias y camionetas, mientras que del otro lado, ninguna fuerza policial se atreve a levantar una mano. Los motivos? En el mundo- en el viejo mundo- si un agricultor se enoja, debe tener razones suficientes para que todo el mundo los respete. Raro no? Por estos lados, el primero que durante los últimos 30 años no lo ha respetado, es el sector político.

 

No vale la pena meterse en cuestiones ajenas, pero en resumidas cuentas, gran parte de las revueltas de productores del planeta, pasan porque el estado, decidió un día reducirles o sacarles subsidios para producir. No cabe en la cabeza de ningún político del mundo, que el sector que moviliza la economía, el que le pone comida en el plato a la gente, no tenga un crédito, no se lo estimule, de hecho, no se lo subsidie, no solo para que produzca- que es en beneficio de todo el país- sino principalmente, para que pueble campos, pueblos, estaciones y permita que no existan, “las Matanzas”, “los Conurbanos” o en definitiva, la inviable provincia de Buenos Aires, un verdadero elefante blanco que tarde o temprano, como un gran Titanic, terminará hundiéndose por obsceno, por sobrepasado, por incapaz de sostenerse en una estructura, solo redituable en lo político, pero impracticable en la lógica de país.

 

Muchas de las cosas que hoy nos pasan, ocurren porque tenemos una responsabilidad por acción u omisión, el impuesto inmobiliario rural, es un claro ejemplo, más allá de las inéditas patentes, sumadas a las retenciones, a la brecha cambiaria, al juego que juegan exportadores, mientras que los productores de granos reciben un dólar diferente, mientras que los frigoríficos lloran sus lágrimas de cocodrilo, mientras que en las buenas se benefician y en las malas, solo comparten sus menores precios. Es muy difícil en un país donde nadie pega un grito en serio, donde gran parte de los productores, dejan sus protestas en la entrada de la tranquera, en la queja con el vecino alambrado por medio, en el mate de la veterinaria, en el desconsuelo del banco, en la falta de financiación de los insumos agronómicos.

 

No es casual, no es un llanto sin sentido, cuando pagamos la urea más cara de la región, la vacuna de aftosa más cara del mundo, las comisiones de venta de hacienda más onerosas del planeta, las retenciones por escritura mejor valuadas, los sellos más numerosos, los mil ítems de descuento dentro de un Dte de hacienda, los gastos de un remate, los porcentajes de venta de cualquier producto, los boletos de compraventa, las transferencias de mil patentes de los cien vehículos comprados, los descuentos al sindicato, la representación de los gremios, las guías de transporte, los fletes, las habilitaciones, etc, etc, etc. La pregunta es: nunca vamos a decir basta? Parece que no.

 

“No hay plata” no es simplemente una frase hecha, es el lema y la consigna de un país fundido, donde todos debemos ponernos en la frente, ese verdadero “lev motiv” para salir del pozo más profundo al cual la política nos ha hundido. Por eso, así como debemos decirle “Basta” al gobernador de la provincia, debemos decirle “Basta” a un montón de cosas que en algún momento, deberán cambiar porque el final de una economía arruinada, está cada día más cerca, de cada uno de nosotros.

 

Nadie va a interceder por nosotros, nadie va a cambiar las cosas por nosotros, y muchísimo menos, nadie va a representar el sentir del sector agropecuario, cuando el propio productor solo grita para adentro. Nada es casual, si llegamos a este lugar es simplemente porque así con nuestro eterno silencio e inacción, lo hemos permitido. Lo de siempre, “No me preocupa el grito de los violentos, de los corruptos, de los deshonestos, de los sin ética. Lo que sí me preocupa es el silencio de los buenos”.

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