Rio revuelto

Porr Carlos Bodanza - Mañanas de Campo

Coraje, es una condición fundamental para enfrentar problemas, una crisis, desafíos o lo que tengamos por delante. Es una mezcla de valentía con inconsciencia, esa que nos puede permitir tomar decisiones en momentos donde el resto tal vez, se quedaría dudando, esa es la diferencia para enfrentar lo que haya que enfrentar. Por eso, lo visto el día viernes en el Congreso de la Nación, no puede ser descripto de otra manera, un hombre con coraje.

 

Para muchos el tipo está loco, simplemente, un desquiciado en el poder, dispuesto a decir y hacer cosas que solo quien está fuera de sus cabales, puede hacer. Y la verdad es que seguramente muchos de los de allí presentes lo habrán pensado y lo habrán dicho. Es lógico, decirles en la cara que “varios de los políticos acá presentes se han hecho ricos con la plata del pueblo”, es por lo menos propio de un loco, o de un tipo con las pelotas bien puestas. Se los dijo en la cara, se los dijo en la campaña, se los dijo de frente y si se quiere, los mandó bien al frente, para que nadie dude que a la hora de destapar los ojos de muchos, no tendría dudas. Acaso no es cierto? Totalmente, muchos de los presentes, deberían dar explicaciones a la justicia, no estar pidiendo explicaciones de que les canten las verdades en la cara.

 

Hoy la Argentina está inmersa en la peor de las crisis, lo dijo el presidente y lo creemos muchos, esta crisis es culpa de la política, pero no de una política o idea adoptada por gobernantes, nada de eso. Está provocada por la forma en que se ha hecho política, pensando y creyendo que todos pueden usar a su antojo, la plata que el pueblo, pone cada día de sus impuestos. Son corruptos, viven de privilegios, manejan gastos de representación, viajan en primera clase, tienen empleados, choferes, jubilaciones de privilegios, trabajan una vez por mes, deciden cuando trabajar, no son evaluados por nadie, no dan explicaciones –solo cada 4 años y solamente aquellos que encabezan las listas, el resto, viven del Apellido del “reconocido”, solo son uno más en la “sabana”-. Sin dudas, la culpa es nuestra, somos responsables de tamaña mansedumbre.

 

Por eso la Argentina vive de lujos. Lujos de tener sindicatos millonarios, con delegados que no trabajan, con poderes de adueñarse de todo, de la calle, de decir cuando se trabaja y cuando no, de qué obra social tener, de qué obligaciones debe tener un trabajador. Lujos de admitir que a diferencia de cualquier país del mundo, los extranjeros estudian gratis sin dar nada a cambio, o se atienden gratis en nuestros hospitales, o que viajan subsidiados, sin que siquiera tengan que mostrar una residencia, una familia detrás, una intención de querer venir a sumarse y no solo llevarse lo aprendido, lo utilizado y dejar aquí, el haber ocupado el sitio que un Argentino, debió ocupar.

 

Lo visto y lo dicho por quien nos preside, es la idea que a muchos Argentinos nos viene dando vueltas en la cabeza hace rato: hay un sistema dedicado, preparado, ocupado y esmerado en generar más pobreza, más hambre, menos cultura y más caos. “A mar revuelto ganancia de pescadores” dice un viejo proverbio que deja muy claro que no es ni casual ni azaroso que lleguemos a donde hemos llegado, sino que ha sido el fruto de la más perversa actuación de lo que hoy además dejamos cobijar, bajo el supuesto sistema democrático que nos ampara.

 

Estamos en el momento justo, pero nos hace falta el coraje necesario para que todos denunciemos, para que todos digamos basta, para que este mismo lunes, los docentes sean algo más que simple sirvientes de un sistema que les dice, “estuviste siempre mal, pero ahora nosotros decimos que estás mal” y dejen de una vez por todas de cumplir los mandatos del “no trabajar” reine por siempre en un país que justamente necesita todo lo contrario.

 

Hay una luz de esperanza, pero habrá un batallón de villanos dispuestos a que no funcionen, y hay otro batallón más, pero de verdaderos zoombies dormidos por discursos plagados de mentiras y facilismos que nos han traído hasta este sitio. No es Milei la salvación, somos todos y cada uno de nosotros. Pero terminemos de una vez por todas con tanta, pero tanta apatía. Coraje, o a no quejarse nunca más.

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