Por Carlos Bodanza - Mañanas de Campo
Nadie puede negarlo, soplan nuevos aires de cambio y si bien el árbol que tapa el bosque nos muestra lo mal que estamos, poner la mirada hacia adelante es el ejercicio contaste que hace el productor agropecuario, intentando salir de una coyuntura que es un resultado puesto, nada en el campo tiene que ver con lo presente, o al menos, nada de lo que ya pueda solucionarse una vez realizado. Quien no tiene pasto, los verdeos que no nacieron, el maíz que se cocinó o el girasol ya se entregó, son ejemplos varios de que la mirada está puesta en lo que sigue, más allá de que habrá que dar de comer, habrá que fumigar contra insectos, o siempre hay una bala de plata, para no perder todo, salvo claro, que el jugador con más peso entre a la cancha, el clima, con el o contra el, no se puede, hasta ahí están los límites, es el único que puede dejarnos fuera.
Pensandolo bien, no es el único: durante muchísimos años dijimos que las retenciones eran un enorme mal para el campo, causal de descapitalización, una caja utilizada por la política para salvar todas sus ineficiencias, sus actos de corrupción, etc, etc, pero siempre dejamos claro que el daño más grave, venía del lado de la brecha cambiaria: un estudio de la Sociedad Rural Argentina determinó que considerando soja, maíz y trigo, los tres cultivos de mayor importancia, desde que volvió el cepo, en septiembre de 2019, los productores perdieron, solo por la brecha, ingresos por más de U$S83.000 millones. El número supera incluso a la sangría por las retenciones desde también 2019: US$60.000 millones.
El resto, es parte de este constante remar en contra corriente, por eso una y otra vez, terminamos diciendo que el clima no es el problema, el clima, solo desnuda lo que la falta de competitividad que la política Argentina ha llevado al sector agropecuario, dejándolo siempre expuesto a los vaivenes de un Niño, de una Niña o de lo que pongan enfrente, porque ni siquiera cuando hay buen mercado, el rédito puede aprovecharse a boca llena.
Nada esto estaría denunciándose constantemente, si la realidad fuera otra, si hubiera obras, rutas, escuelas, hospitales, todo destruido. Si hoy sacaran todos los subsidios sociales, todo el trabajo encubierto por el estado, todo el reparto de dinero y las cientos de cajas oscuras que sostienen el enrejado social, tranquilamente hablaríamos de porcentajes parecidos entre desocupación y pobreza, todo mansamente cercanos o por encima al 60%. Pero no, como todo fue cubierto por la mentira populista, supuestamente hay trabajo y los pobres, son culpa de Milei.
Quienes transitamos los caminos ganaderos, hemos sido víctimas constantes de la salvaje intervención del estado a la hora de poder producir, comercializar, exportar y ser rentables, no solo para el propio negocio, sino en beneficio del país. Sin embargo, con la sola liberación del mercado, los precios comenzaron a tomar su propio vuelo, sin que todavía los frigoríficos “blanqueen” parte de sus operaciones, derramen sus verdaderas ganancias sobre la cadena y dejando al descubierto, cuánto daño se le hizo al ganadero, a la cadena y en definitiva al consumidor, que durante años, fue subsidiado por millones de privados, donde muchos quedaron en el camino y quedarán como supuestas víctimas de la sequía, del mercado o de sus propias ineficiencias. Cómo lo sabemos? Simple: el último informe del IPCVA dejó ver que el precio de la carne vacuna subió durante el último año muy por arriba de la inflación argentina. A enero de 2024, los precios se incrementaron por arriba del 377% interanual. En las carnicerías de barrio, las subas rondaron un 400% en el último año. Otra: se inflaron las exportaciones por 100 mil toneladas y se bajaron 5 puntos del consumo de carne por habitante por año, todo para justificar intervención del mercado. Se pueden estudiar mil variantes, causales sociales, económicas, etc, pero esto solo desnuda, los años de intervención de precios y el perjuicio más aberrante jamás visto a un sector productivo.
Por todo esto, estamos estancados, porque sabemos la salida, conocemos la solución, podemos ser parte de ella, pero hay una sociedad y sobre todo gran parte de un sector político, que prefiere mentirle a la gente, hablarle de ajustes, de cuentos de hadas, pero no mostrar el lugar al que nos han traído y para salir solo hay por delante un camino doloroso, sacrificado y de muchos años de comenzar a hacer bien las cosas. Claro, muchos dirán, que dolor y sacrificio vienen haciendo hace años, muy cierto. El problema que todo el rédito de esos esfuerzos, se los robó el villano juego de la política.
Estancados, por nosotros mismos, por una sociedad enferma y una política de las más corruptas del planeta. Estancados, pero con la solución a la vista de todos, aunque como diría la abuela, “no hay peor ciego, que el que no quiere ver”.
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