Cruces de camino

Por Carlos Bodanza - Mañanas de Campo

La vida una y otra vez nos pone en un cruce de caminos, momento únicos cuyas decisiones pueden cambiar una campaña, un negocio, una familia y en muchas ocasiones, la vida misma.

 

Llegar a un cruce suele ser un momento delicado, pero siempre depende de cada uno de nosotros, donde las intuiciones, sensaciones y sobre todo, la experiencia de haber pasado por otros cruces similares o no, nos permitan al menos decidir por la alternativa de una manera más relajada, confiados en que como en muchas otras cosas, lo que decidimos en un momento, en un lugar y ante una alternativa, es lo que creímos en ese instante, sería lo mejor para nosotros y para la situación en sí. En pocas palabras, siempre hay una “buena fe” interna a la hora de elegir, el diario del lunes es muy fácil de escribir, porque no contiene justamente esas emociones, tiene la sentencia ya tomada y sobre todo, el resultado a la vista. Cualquier reproche con ese “diario”, debe descalificarse inmediatamente, ya que lo experimentado –errado o no- debe ir al preciado cofre de las experiencias vividas, insisto, más allá del resultado. 

 

Siembro o no siembro? Y si me la juego, fertilizo y no me llueve? Y si siembro en seco y apuesto a la lluvia de mañana? Está para cosechar? Y si me apuro y levanto por si viene una pedrada? Y si entrego el cereal? Y si hago un forward? Todas y cada una son simples decisiones diarias, repetitivas como las que estos días con la vaca en suba, volví a escuchar y quién no se ha dicho que cuando “llegue a los 1000 dólares” vendo todas las vacas? Y ganancias? Y si después quiero volver a entrar y no puedo? Y si me quedo con los terneros? O vendo todo el destete y me quedo con las madres? Nada, todos pequeños cruces de un camino, que una y otra vez va a repetirse y solamente ese “bichito” que llevamos dentro como corazonada, como experiencia o mejor aún aquellos que han alcanzado la sabiduría de los mil errores, son capaces de llevar a cabo sin grandes sufrimientos.

 

La vida es eso, con cruces a veces más difíciles de afrontar, donde tenemos que aprender constantemente a equilibrar la cabeza con la pasión, esa que nos lleva muchas veces a cometer los errores que tal como dijo algún amigo un día, “jamás cometería como asesor pero siendo propietario vivo repitiéndolos constantemente”. Qué nos lleva a equivocarnos? En ocasiones, probar que es posible, esa llama que nos invita siempre a decir, “vos podes”, aunque la cabeza saque las cuentas y los números no den. Otras, es que ese bendito “enano justificador” que tenemos como una de las tantas piezas del cerebro, nos lleve a buscar las cuentas necesarias para decir, “esta vez no va a fallar” y el fallo estaba a la vista de todos, nosotros incluidos, pero no habrá manera de callarlo, no hay  forma de que las excusas, nos terminen tapando todo para volver a intentarlo.

 

Hay una sola cosa que nadie puede privarnos cuando tomamos decisiones: la libertad de hacerlo. Somos nosotros quienes debemos imperiosamente llevar las riendas de nuestra propia vida, porque de no hacerlo, si podremos reprochar el hecho no haberlo decidido por nosotros mismos, equivocados o no, el libre albedrío es tan viejo como necesario, es tu cruce, es tu camino y hacerlo libremente, te dará la energía necesaria para sobrellevar cualquier error y comprender que lo más importante que atesoramos como individuos, es nuestra propia vida, nuestro propio destino.

 

Hay golpes, hay caídas, hay misterios que no podremos resolver jamás, pero sin dudas la mirada hacia atrás del pasado, solo debe ser con el respeto y la capacidad de haber aprendido, para que una vez más ese regalo llamado “presente”, tenga el equilibrio y la alegría de sencillamente, sentirse vivos.

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