Por José Luis Ibaldi - Mañanas de Campo
El retiro de la Ley denominada “Omnibus” en el Congreso de la Nación mostró las miserias de buena parte de quienes integran el parlamento y que, desde hace muchos años ha dejado de ser “honorable”; como así también de gobernadores a los que se les acabó la “bicicleta” para financiar sus despilfarros.
Si hablamos de los que se dicen integrantes de ambas cámaras del Congreso, Diputados y senadores que llegaron a esos estrados gracias a las listas “sábanas”, no se puede afirmar que representan el interés de nadie más que del propio para cuestiones generalmente de tráfico de intereses o presiones por intereses particulares. Unos mercenarios. ¿El pueblo? Bien, gracias.
Algunas instituciones de la República Argentina se niegan a ver la presión de un mundo en cambio. Son primitivas en su gestión y ya demuestran signos claros de agotamiento. Se resisten al diálogo franco y a asumir sus propios errores porque en el fondo el egoísmo, la ambición y creerse superiores a quienes los ubicaron en esos lugares honorables, es su manera de pavonearse para hacer política y lucrar con ella.
Muchos de los que hoy ostentan el cargo de diputados y senadores no poseen catadura moral y llegaron creyendo que el Congreso era un barco semivacío y a la deriva, y que el capitán, por no tener suficientes marineros, iba a rendirse a sus presiones. Subieron a bordo con sus garfios y no advirtieron la tozudez del piloto cuando les dijo antes de asumir el mando: “No vinimos a continuar con la rueda del juego de la política de siempre. Vinimos a romperla”.
Por lo pronto continuamos el rumbo con poca certidumbre. Las mujeres y hombres de bien que salimos diariamente a ganarnos el pan con el sudor de la frente, como así también los jubilados, nos sentimos parias frente a las prepotentes y corruptas organizaciones sociales y sindicatos, la avaricia de provincias que no desean hacer ajustes y administrar correctamente sus cuentas, y la política que desea continuar ignorándonos. Sin embargo, alguien gritó “piedra libre” y puso al descubierto a quienes se disfrazan de demócratas y no son más que buitres esperando su tajada.
Necesitamos todos más certidumbre, para dejar de estar dando vueltas en un mar lleno de tiburones, y sin haber resuelto problemas elementales de convivencia organizada, ya superados por muchas naciones emergentes del mundo, incluidas algunas vecinas como son Chile y Uruguay. El barco necesita orden y buena administración de los recursos, pero también diálogo franco y sin cuchillos bajo el poncho.
Repica en mi cabeza la frase leída a Domingo Faustino Sarmiento de su libro “Conflictos y armonías de las razas en América”: “¿Somos Nación? ¿Nación sin amalgama de materiales acumulados, sin ajuste ni cimiento?” Bueno es darnos cuenta de ello…
Escribir comentario