Sucesores de una historia

Por Carlos Bodanza - Mañanas de Campo

Qué sigue cuando ya no sigue más nada? Pregunta extraña tal vez, pero esa pregunta es la que muchas veces me hago cuando pienso en esas historias que un día, llegan al final. Iba a decir “tristemente” pero sin embargo, no lo son, no lo deben ser, porque esa historia seguramente será contada por protagonistas secundarios que fueron parte de ese increíble tiempo donde detrás de esa tranquera, hubo pasión, hubo trabajo, hubo orgullo, seguramente hubo batallas ganadas y perdidas, pero sobre todas las cosas hubo sueños y lo mejor de todos esos sueños, es que no hay manera de borrarlos.

 

Historias hay miles, porque no necesariamente se trata de que la “no continuidad” pase por la falta de herederos, cientos de campos dejan su actividad porque justamente los hijos dedican su vida a otra cosa, más allá de que la pasión de abuelos –o más generaciones atrás- y padres, hayan dejado su huella y no por una cuestión de no transmitirlo, a veces la vida misma lleva a qué esos hijos hayan adoptado otras profesiones, tan queridas y tan apasionantes como puede ser la de ser productor agropecuario. Todos conocemos casos cuyos hijos han emigrado y hoy sus éxitos se escriben en otros países o ciudades, porque no siempre ese gen de la pasión por el campo, tiene que dominar sobre la sangre de quienes proceden.

 

Claro que tal vez por el dolor inmediato las historias de un campo que no tiene continuidad por falta de quienes lo sucedan, hace olvidar por un tiempo lo mucho y lo bueno allí vivido. De hecho estas palabras nacen de una partida reciente, alguien que atesoró la genética Angus junto a su socio, construyeron sus propias líneas, armaron hermosos equipos de trabajo, sufrieron las de todos, sequías, gobiernos, malos precios, cosechas perdidas, deudas y sin embargo la partida de quien comandaba todo, fue el final de un establecimiento que como otros, con el correr de los días y de los meses, no será la falta de sucesores el que domine la escena cuando alguien recuerde el nombre del campo, sino seguramente sus historias, sus relatos, las experiencias vividas, lo aprendido, claro que si, lo aprendido de aquellas personas que dejaron todo por el campo y que mañana cuando alguien pregunte por ese lugar, será recordado como “Ah si, compraron lo de Gutierrez” y así quedará por años y años, ya que esos campos, no habrá nuevo dueño que puedan cambiarles la historia allí vivida por propios y por vecinos.

 

Cuando una tranquera se cierra, con ella van mucho más que los motivos, sobre todo en estos días que muchos abatidos por la sequía, los calores, las tormentas, las decisiones tomadas, el hartazgo y un final que jamás alguien se imagina, solemos escuchar en remates, “venta por liquidación o cierre”. Nadie quiere eso, nadie está preparado para eso, al menos no aquellos que han tenido una vida dedicada a la pasión de producir, con aciertos y errores, pero siempre yendo para adelante en un país donde la moneda más fuerte a la hora de pagar los sacrificios en el campo, se llama “ingratitud”, esa misma que muchos que desconocen absolutamente todo sobre la vida del campo, suelen con liviandad creer en la oligarquía, en la falta de solidaridad, en muchas cuestiones que seguramente las habrá, pero que no representan ni un uno por ciento de lo que significa ser productor agropecuario y vivir cada día, dependiendo de muchos factores, que son inmanejables.

 

Cerrar una tranquera y un nombre, no es cuestión ni de sucesores ni de cambios de firmas, simplemente significa el comienzo de una nueva etapa, donde seguramente dentro de muchos años, alguien recuerde que allí hubo un nombre y un apellido, hubo una marca digna de ser mencionada, donde quedó una raíz que no podrá desenterrarse ya que habrá huellas en todos lados de que allí, se plantó una vida. En cada potrero, en cada alambre, molino, corral, galpón o casa, en una tranquera, en un guardaganado, en los árboles o en un puesto estará rondando esa energía de quien allí, dejó tal vez literalmente su vida. A ellos, a todos y cada uno de ellos, su campo jamás podrá olvidarlos.

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