La primera semana de 2024

Por José Luis Ibaldi - Mañanas de Campo

Desde el lunes 1° comenzamos a escribir un nuevo libro. Y, como en los últimos 31 años, lo inicié en mi retiro cordobés, en el campo, para retomar fuerzas y empuje en este contacto con la naturaleza, con su gente, con una manera de vivir.

 

En la última década la familia se fue achicando y vaya si no se me cae un lagrimón añorando a los seres queridos que otrora compartíamos historias, alguna que otra tristeza, pero sobre todo la alegría del reencuentro en este punto geográfico cercano a Puente Los Molles.

 

Ya no están los dueños de la casa, Kelo y Edita. Tampoco los primos Lucía y Abel. Las enfermedades dolorosas y el paso del tiempo se los fueron llevando. No se los olvida, al contrario, siempre hay motivos para recordarlos con sus virtudes y sus defectos, con sus historias particulares y las anécdotas que fueron protagonizando en su paso por esta vida.

 

Este año, la cena de despedida de un año y la bienvenida de uno nuevo, además de Nano, Mirta y quien les habla, recibimos la visita de la familia del primo Marcelo, de Hernando; de la prima Ana, y la consecuente y valorada presencia de Koki y Patricia, junto a sus hijos Franco y Gastón. Ellos, desde hace muchísimo tiempo, ya son parte de la familia.

 

La madrugada del 1° de enero nos encontró en la cocina de campo alrededor de dos grandes mesas, disfrutando, además del asado, de ese momento tan especial de haber dejado un año para el olvido y el inicio de otro con el calor de la esperanza.

 

Ha pasado una semana de aquel paso de un año a otro con lluvia, siempre bendita para los cultivos de soja, maíz y maní, que poco a poco se van desarrollando. El viernes, otro aguacero se esparció por este campo con más de 50 milímetros y con fuertes descargas eléctricas. Los caminos cuaternarios se vuelven casi intransitables y es preciso ser pacientes y hábiles conductores para poder transitarlos. En un verano marcado por un El Niño algo irascible, el seguro debe estar al día porque nunca se sabe que futuro le deparará a cada lote.

 

Mis amigos, los teros y las lechuzas, al igual que los perros de la casa, Jack y Batuque, me acompañan -cuando las jornadas son apacibles- en mis caminatas matinales y vespertinas. A medida que me interno por el camino rural me compenetro con mi interior. Nada más agradable que sentir cómo el corazón se acompasa con la caminata y se siente el paso del aire a los pulmones. El trino de los pájaros y los ruidos del campo se mimetizan en mi ser. Es una sensación incomparable.

 

Seguimos escribiendo el libro. Cada hoja se llena de experiencias diarias, de anécdotas, de trabajo, de charlas, de fotografías, de momentos de calma mirando el horizonte en el atardecer o de la lectura de un buen libro. Todo deja aprendizaje, experiencia, curiosidad ante la vida. Vivencias de esta primera semana de enero en este campo, que es mi lugar en el mundo, cercano al paraje de Puente Los Molles, en la provincia de Córdoba.

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