El nacimiento, la luz en la oscuridad

Por Carlos Bodanza - Mañanas de Campo

Las imágenes son casi diarias, aparecen nuevos videos de la tormenta, de sus efectos, vamos conociendo historias y muchas de ellas si bien no tienen el tinte trágico de victimas fatales, son dolorosas, porque se han llevado consigo años de sacrificio, desde un techo de una vivienda, de un viejísimo galpón de campo, pérdidas económicas, roturas, lo que significa ver ejemplares cuya memoria de cuando fueron plantados se pierde en el tiempo, son ejemplos de cómo la naturaleza puede darnos en pocos minutos, una verdadera lección de vida, esas que nos hablan de lo efímero de la vida y la muerte.

 

Quedan dolorosos aprendizajes en el camino, esos que nos muestran el desconocimiento y rozan la falta de respeto hacia una naturaleza que siempre hace su camino, es nuestro problema estar en su paso y que no seamos capaces de conocer sus lecturas a tiempo y hasta muchas veces como lo ocurrido, despreciemos un alerta con la simple respuesta de que “nunca aciertan” y la advertencia realizada por los meteorólogos y el servicio, quedan en un segundo plano, casi como parafraseando esa maldita frase de que “el show debe continuar” y no somos capaces de suspender una fiesta, un espectáculo o lo que fuere, esperando que lo que ocurra, sea menor o fallen, y no perder una tarde por ese fallo, como si fuera más importante “esa tarde” que la vida.

 

Hoy veo casi con asombro, cómo ante algunas nubes o algún pronóstico de lluvias y algún viento tan clásico en nuestra ciudad, hace que vecinos entren pánico, cuando cualquiera de nosotros que tenemos la suerte de ver el cielo a diario, de mirar mapas y hasta de entender pronósticos, nos damos cuenta de que solo será un “chubasco” o una rotación de viento y punto, pobres ellos que viven en este universo y no han levantado jamás la cabeza, para al menos distinguir la diferencia de una simple nube a la de una tormenta. Hasta donde ha llegado el hombre que vive en un lugar que no conoce? Cómo no va estar en riego constante, si no es capaz de entender su propio entorno? Difícil, el grado de desconexión sin dudas pone a nuestra especie en peligro, por negligencia propia, nada tiene que ver la naturaleza ante tamaña ofensa.

 

Recorro con la vista el campo y veo el monte prácticamente desaparecido, rápidamente entiendo que esos casi centenarios ejemplares, jamás pasaron por un evento semejante, por eso también entiendo haber vivido un momento único en la historia de este presente, siendo testigos de cascos, galpones, tinglados, ranchos, torres y otros, que le han hecho “pata ancha” por años a estos eventos y esta vez dijeron basta.

 

Más de un amigo me escribe y me cuenta su desazón, las pocas ganas de seguir, tras un año terrible, con sequía extrema, sin pasto, donde poner plata y perderla, ha sido la constante entre cultivos y cosechas perdidas, animales muertos, preñeces no llegadas y ver que el fruto de mucho esfuerzo y parte de la historia de sus padres y sus abuelos, esté arrodillada en el piso, muestre que tal vez en muchos lugares, haya que comenzar prácticamente de cero.

 

Lo veo a Gustavo en el campo ir de un lado hacia otro, como buscando entender lo ocurrido, eso mismo que los empleados me cuentan el hacía en plena tormenta, como queriendo parar el galpón con las manos, negándose a que su querida casa –donde el mismo nació- se entregue sin resistencia. Me extraña que hay un brillo especial en sus ojos, lo miro y la sonrisa en su cara me desconcierta, “cómo es posible?” me pregunto intentando entender su optimismo, buscando una respuesta que me explique porqué estando frente a semejante golpe, es capaz de sentir que todo es posible.

 

“El 2023 será el mejor año de mi vida”, dice ahora si con toda la alegría en su rostro, “apenas un día después del temporal me enteré que seré abuelo por primera vez”, mientras nos damos un abrazo y comprendo que la vida siempre puede ante todo, que “el nacimiento” es la esperanza más importante que puede contener al hombre, ese mismo que hoy a la noche recordaremos en una mesa, con o sin luz, pero con la certeza de saber que cuando todo parezca terminarse, habrá vida por delante para seguir encontrando las fuerzas que no habrá viento ni temporal que detenga.

 

Feliz Navidad, a Gustavo y a todos aquellos que hoy, renuevan su fe.

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