Decisiones primaverales

Por José Luis Ibaldi - Mañanas de Campo

La primavera da la sensación de que estamos ante el umbral de la vida. Aquellos que recibieron la bendición del cielo transformada en lluvia advierten el desarrollo del trigo y la cebada en medio de un proceso de transformación que se da en cada espiga fecundada. Se advierte la futura cosecha de aquellos frutos como culminación de un ciclo iniciado en el barbecho, para que a su tiempo se produzca la siembra, la nutrición, el cuidado sanitario de cada planta. Y la mirada al cielo, escrudiñando en el horizonte aquellas nubes que pronto deberán descargar su preciada carga de agua vivificadora. En medio de ese ciclo hay también avatares. Las heladas tardías, la ausencia de precipitaciones en momentos claves, el granizo, los vendavales, las plagas, las enfermedades.

 

Como diría mi recordado amigo Francisco Loewy, este es el tiempo activo, el tiempo dinámico, que se integra acompasadamente en los ritmos propios de la actividad, dando margen amplio a todos los reacomodamientos necesarios. Este es el tiempo que muchos no entienden o no desean entender de una industria a cielo abierto como es la del agricultor y que más allá de toda la tecnología sigue siendo tan frágil como la de nuestros milenarios ancestros.

 

Cuando en diciembre llega la cosecha nadie la levanta con “una pala” por más abundante que sea. Hay que empezar a separar la paja del grano. Hay mucho esfuerzo detrás de cada trabajo, arrendamientos y labores que hay que pagar; compartir con un Estado abusador y cómodo lo mucho o lo poco de la cosecha, y guardar lo que pueda exceder para vivir y reiniciar un nuevo ciclo productivo.

 

¿Alguna vez se preguntaron quienes ponen los impuestos y retenciones cuánto dinero invierten los productores en cada ciclo agrícola? Tomemos la campaña representativa que fue la 2021/2022, donde se sembraron 31.632.146 hectáreas que produjeron casi 125 millones de toneladas, considerando solo los cultivos tradicionales, es decir, trigo, cebada, soja y maíz. Un dato preciso indica que los productores asociados a cooperativas sembraron un equivalente a 3.233.683 hectáreas, de las cuales el 60 por ciento estaba alquilada. Esto nos permite inferir que estos agricultores asociados a cooperativas invirtieron en arrendamiento, labores e insumos una cifra cercana a los 2.000 millones de dólares. Esto es lo que se pone en juego en todas las campañas agrícolas en el ámbito de las cooperativas agropecuarias vinculadas a la Asociación de Cooperativas Argentinas, equivalente al medio por ciento del PBI de Argentina.

 

La primavera, indicaba al inicio de esta columna, con sus más y con sus menos, nos sigue dando la sensación de estar ante el umbral de la vida. No nos descuidemos. La cosecha comenzará a levantarse en un mes más, pero en pocos días más -al decir de un periodista- debemos decidir sobre quién ocupará el famoso “Sillón de Rivadavia”, entre una “milanesa de pollo” o una “milanesa de carne vacuna”. Una de estas dos milanesas decidirá no sólo sobre el tiempo activo de miles de agricultores y sus cosechas, sino también sobre todos los argentinos. Tengamos cuidado con qué irán acompañadas ambas milanesas, para poder elegir mejor. Sin embargo, ser veterano me permite aconsejar que por las dudas tengamos a mano una o dos pastillas de “Biletan Forte”…

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