Nuestra tarea

Por José Luis Ibaldi - Mañanas de Campo

A poco de transitar los primeros días de este mes de julio, nos topamos con dos efemérides cercanas que tienen mucho que ver con nuestro pasado, presente y futuro. El viernes 7 fue el Día de la Conservación del Suelo y, hoy, la celebración del Día de nuestra Independencia.

 

Dos jornadas emblemáticas que permiten a quienes han abrazado la profesión de productores, a quienes los admiramos, y con quienes compartimos la dignidad de ciudadanos de un país que supo hace 207 años hacerse cargo de su emancipación para ser una nueva nación, saber que estamos comprometidos con la democracia y con esa misión de ser jardineros del medioambiente.

 

Desde aquella gesta patriótica hasta aquí, los descubrimientos y creaciones científicas y tecnológicas fueron transformando el mundo hasta llegar en la actualidad a las velocidades prodigiosas y a la magia de las comunicaciones y redes sociales que achicaron nuestro universo, transformándolo en una “aldea planetaria”.

 

En esta etapa de la historia que sigue sorprendiéndonos y nos sobrecoge al mismo tiempo, descubrimos que el conocimiento, la equidad, la búsqueda constante de la sustentabilidad y la solidaridad humana se transforman en una necesidad tangible.

 

Por los infinitos caminos de la vida estamos universalizando la sentencia clásica de que “hombres somos y nada de lo humano puede resultarnos indiferente”.

 

La independencia absoluta cedió paso a la interdependencia, para evitar la disgregación. Un destacado historiador señala que “a lo largo de estos veinte mil años, la humanidad ha pasado de cazar mamuts con lanzas de punta de piedra a explorar el sistema solar con naves espaciales, no gracias a la evolución de manos más diestras o de un cerebro mayor. En cambio, el factor crucial de nuestra conquista del mundo fue nuestra capacidad de conectar entre sí a muchos seres humanos”. Aprendimos a cooperar de manera flexible. Así, hace 207 años, un Congreso que debatió diferentes ideas, se pudo poner de acuerdo en lo más básico que necesita un conjunto de pueblos para transformarse en nación: darse su propia Independencia y asumir la responsabilidad de construir los cimientos para que todos podamos gozarla y no unos pocos privilegiados.

 

También, la interdependencia o la cooperación flexible, y el suelo nos permitieron ser a condición de no matar las raíces del alma que nos identifican, nos alimentan y nos reúnen. De allí que el desarrollo sostenible debe ser concebido como una responsabilidad social global que nos involucre a todos los actores sociales y económicos.

 

Lo cierto es que los seres humanos somos los únicos responsables del desarrollo y la conservación de la biodiversidad. En esta certeza está inscripta la necesidad de asumir e incorporar plenamente una nueva actitud frente a la evolución de las especies y los ecosistemas, que permita lograr el delicado equilibrio entre las necesidades sociales de la población mundial y el cuidado de la naturaleza.

 

Sin lugar a duda, hoy por hoy, y para el futuro, la Patria y su rica historia emancipadora, y el cuidado del Suelo nos deben tener como protagonistas de una tarea que debe ser valorada y transmitida de generación en generación.

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