Libertad condicionada

Por Carlos Bodanza - Mañanas de Campo

Hace mucho tiempo que tengo sensaciones encontradas respecto a entender hasta donde somos un país libre y sobre todas las cosas, somos ciudadanos libres. Y hablo particularmente de todos los que cada día, laburamos, aportamos, formamos parte de los que mantienen esta sociedad y con esto no busco una grieta o diferenciarme de nadie, pero lo cierto, lo concreto, lo real, es que cada vez, somos el sector que menos libertades disfruta a la hora de compararnos con el resto.

 

El ejercicio ciudadano de circular libremente ha desaparecido, hoy somos todos rehenes de todos aquellos que por una protesta, un sindicato, un reclamo de vecinos, o quien fuera, hace mucho tiempo hemos dejado de ser libres, porque principalmente nuestros representantes gubernamentales en todos los ámbitos, con la justicia como principal cómplice y la hipocresía de la mal usada palabra represión –un término que le cabe a cualquiera que intente aplicar la ley-, han decidido entonces que nuestro derecho de ser libres, está en manos de quienes deciden que no lo tengamos, es así y punto.

 

Desde las libertades de sentirnos ciudadanos iguales peor aún, desde hace mucho tiempo dejé de serlo. Hoy soy un esclavo de un Estado que por el simple hecho de trabajar en blanco, comparto mi facturación (no mis ganancias) justamente con este impuesto que de justo no tiene nada, porque además está sumado al de los ingresos brutos y como si fuera poco, tengo que pagar anticipadamente las supuestas ganancias del año próximo, mientras que en materia de devolución de impuestos, las calles están destruidas, las rutas nuevas y autopistas son solo para Capital Federal, no tengo ni siquiera cloaca en mi barrio, los servicios los pago aparte, la salud lo mismo y como hace muy pocos días se viralizó en nuestra ciudad, la educación es el menos libre de los derechos. No existe educación si no la pagás, y si no pagás, prácticamente a tus hijos no los educan, porque los docentes no tienen ideas por lo cual la única valida es la huelga, los que limpian toman rehenes, los calefactores no andan, a veces no hay agua potable, entonces, que tipo de derecho educativo es este?

 

Ni siquiera puedo dejar mi domicilio sintiéndome libre, porque sin rejas, sin perro, sin alarma, sin el wasap de los vecinos que nos dicen si anda alguien sospechoso por el barrio, mi seguridad es un derecho que solo los delincuentes pueden disfrutar. Ellos transitan libremente, entran y salen por cualquier delito, votan igual que yo, tienen redes sociales, tienen menú diario, reciben un salario (y no pagan impuestos) , somos nosotros los que debemos probar que si nos defendemos, es porque ejercemos gatillo fácil o se nos ocurre ser violentos y debemos entregarnos mansamente a que nos roben, nos golpeen o hasta tal vez nos maten, pero todas son explicaciones de parte de las verdaderas víctimas, más allá de toda la “humana” visualización de que ellos son las víctimas de la sociedad.

 

Claro, generalmente esto lo plantean quienes gozan de sueldos que nosotros pagamos, poseen privilegios como una jubilación, custodios y seguramente viven en un barrio privado, algo que a mi gusto, debería ser solo para aquellos que lo solventan de su sueldo privado o de su trabajo particular, no del que pagamos nosotros para que luego un político se aisle de la sociedad, viva en una burbuja, esté seguro y se arrogue encima el derecho muchas veces, de defender los delincuentes, la represión y todo desde su cómodo pedestal que nosotros solventamos.

 

Libre? Lo voy a decir de una manera poco elegante, libre las pelotas! No somos libres de nada, ni siquiera como ciudadanos somos libres de elegir nuestros candidatos, cuando en una lista sabana interminable, nos dicen quienes debemos elegir, en un sistema arcacaico y armado para que nada se elija, para que quienes se suben a ese tren, puedan viajar cómodos y sin escalas hasta la próxima elección.

 

Una vez más, como en muchas fechas patrias- que cada vez quedan menos, hoy la libertad del 9 de Julio, solo se salvó por ser Domingo- no hay nada que festejar. Una fecha en que deberíamos izar banderas a media asta, para que los verdaderos ciudadanos que aún quedamos en este suelo, mostremos al resto que realmente tenemos muy poco para festejar.

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