Los llevan a “upa”, les ponen zapatos, los pasean dentro de cochecitos de bebé, festejan sus cumpleaños y son también “socios” de los más importantes clubes de fútbol de Argentina. La “humanización” de los animales como “riesgo” de las libertades de nuestros animales de compañía.
Los animales con los que convivimos son parte de la familia y en ocasiones con la intención de demostrar el cariño, se cae en el error de humanizarlos. La humanización o antropomorfismo es asignar emociones, características, actitudes e inteligencia típicas del ser humano a los animales. Por ejemplo a un perro humanizado, se le restringe la expresión de conductas de su especie como oler otros animales, revolcarse en el pasto o escarbar para esconder algún objeto. En cambio, se le “asignan” otras acciones propias de los humanos, como celebrar cumpleaños, llevar ropa o consumir alimentos no adecuados a la raza y especie. Desde el Colegio de Veterinarios de la Provincia de Buenos Aires, insisten en que frente a este fenómeno es importante recordar que “el amor por los animales de compañía implica no olvidar en ningún momento que pertenecen a una especie distinta de la nuestra, con sus propias necesidades”.
También es necesario mencionar que esto claramente tiene un beneficio para la industria vinculada a los animales de compañía. Si consideramos que según la Cámara Argentina de Empresas de Nutrición Animal aproximadamente el mercado de mascotas en el país representa unos 800 millones de dólares en su conjunto, con unos 17 millones de perros y 6 millones de gatos, se comprende entonces el estímulo que también genera la economía para diversificar la venta de productos y servicios vinculados a los animales.
Desde empresas de traslado, alimentos cada vez más especializados, diseños exclusivos de joyas, perfumes, membresía a clubes de fútbol, redes sociales exclusivas y hasta aplicaciones para “citas”, son algunos de los servicios disponibles y que en ocasiones “desligan” a los de su autonomía y naturaleza.
Ante estas situaciones de tender a “olvidar” los rasgos y necesidades de un animal y “caer”en la tentación de un mercado cada vez más atractivo, el rol del profesional veterinario en cuanto al asesoramiento de las familias ante prácticas que puedan ser dañinas para la integridad física o mental de los animales resulta fundamental.
Bienestar animal y la tendencia a “invisibilizar” las libertades animales
Las consecuencias de “invisibilizar” las necesidades de los animales (físicas, afectivas, sociales, etc) en función de atribuirles acciones o características humanas, varían desde trastornos en la conducta hasta problemas como irritabilidad, agresión, hiperapego, problemas de salud derivadas de una alimentación inadecuada para su especie (obesidad), estrés por falta de enriquecimiento ambiental o por imposibilidad de mostrar su comportamiento natural, o inseguridad por falta de sociabilización, entre otros.
“Lo que le genera al animal ser tratado como un humano es, en el 90% de los casos, un gran estado de ansiedad, desde el miedo, pasando por la fobia, el pánico, los síndromes convulsivos”, indican desde el Colegio de Veterinarios de la Provincia de Buenos Aires. En definitiva, “los problemas de conducta no son otra cosa que la mala relación, la manera incorrecta de relacionarnos con los perros”, señalan.
La postura de atribuirle al perro o al gato comportamientos o actitudes que no son propias de un animal doméstico, pero sí de un humano acaba coartando su auténtica naturaleza y con ello su libertad.
La Dra. María Paz Salinas, Veterinaria especialista en Etología Clínica (Medicina del Comportamiento Animal), define al bienestar de nuestros animales como un concepto multidisciplinario y multidimensional; algo que, tiene que ver más con un animal protegido del estrés, de potenciales enfermedades, de dolores, con un óptimo estado mental y un entorno que le permita expresarse como lo que es y en un contexto donde se sienta naturalmente satisfecho.
Para esto, es importante proporcionarle al animal un contexto favorable para que pueda llevar a cabo conductas propias de su especie: orinar levantando una pata y no en un inodoro, higienizarse diariamente con su lengua y no ser bañado en una bañera llena de espuma de manera recurrente, conservar su olor distintivo y no a fragancias artificiales, etc.
Es importante por tanto que las señales, los comportamientos que notamos en los animales sean interpretados por profesionales veterinarios especializados en conducta animal. Si leemos las actitudes de nuestros animales con “ojos humanos”, sin pensar en que tienen otra forma de comunicación, los estaremos alejando de su propia naturaleza.
Por lo tanto al momento de incorporar un animal a la familia, no solo es importante asegurar una Tenencia Responsable, sino también la información adecuada que los profesionales brindan sobre la naturaleza y necesidades del animal para poder garantizar no solo su bienestar físico sino también su esencia.
Así podremos entonces ser conscientes de que pueden formar parte de la familia sin dejar de ser lo que son, los mejores compañeros de vida. Vincularse desde la libertad, y el respeto es nuestra responsabilidad.
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