Convencidos

Por Carlos Bodanza - Mañanas de Campo

Tienen un secreto que nadie parece conocer. El relato es de alguien que concretamente, sabe lo que va a pasar, no puede ser de otra manera. Mi amigo Martín habla siempre con una mueca que parece una sonrisa de costado, mueve las manos y sus gestos son los de alguien que no duda un solo momento.

 

Cuál es la clave? Me pregunto. Dónde nace la convicción? Cuál es el límite de la locura, de la tozudez o del conocimiento? Es simplemente una mezcla de todos ellos? Tal vez, pero son casos dignos de estudio.

 

“La clave acá es tejer un puente, es una construcción entre este presente que nos tiene a todos acobardados y ese futuro que está ahí a la vuelta. Porque algo es seguro, este gobierno, ya terminó. La Niña, ya se fue y si bien todos saben que en invierno no va a llover – ojalá que sí- pero todos tenemos la convicción de que la primavera va a tener agua y un nuevo gobierno y hasta ahí, yo tengo que acompañar a mis clientes”, me dice muy seguro de sí mismo, está dispuesto a apostarlo todo, por cada uno de los que lo trajo hasta aquí.

Por eso Martín no duda: dará plazo, financiamiento, aceptará condiciones que solo un accionista revolucionario de la bolsa, podría tomar, más aún en este momento, con este gobierno, con este pedazo de crisis. Nada, inmutable y feliz espera el momento de tener sus ventas.

 

“Si el año pasado fue bueno, este ni lo dudes, va a ser al menos parecido de bueno. Los números no son tan así, ojo que a veces jugamos tan a la defensiva que los costos parecen siempre jugando en contra y cuando pasas la zaranda, la cosa es diferente, hoy por hoy con insumos y un trigo que tarde o temprano va a despertar, nos va a agarrar con poco stock o nada y el mercado va a ser otro” cuenta un convencido Guillermo, que parece tener los datos que pocos tienen, o tal vez, los que el solo decide tener.

 

Lo cierto es que cuando están convencidos, van para adelante. El trigo porque la variedad ayuda, porque hay que probar el Hb4, o el fertilizante bajó justo a tiempo o porque simplemente hay que rotar, pero no habrá manera de frenarlos, no hay forma de convencerlos, de que ir para adelante no sea una opción. Es cierto, muchas veces está la semilla, la máquina es propia, el campo no se arrienda, llovió hace unos días y hay un contrato dando vueltas. Siempre estará la excusa oportuna, el momento justo, pero no habrá forma de que el convencimiento no gane la pulseada, es la más pura, genuina y arrogante de las convicciones, si cabe un término para estas máquinas de encarar lo que fuere.

 

Cuántas veces habremos escuchado que muchos de ellos, son especuladores, que manejan el ritmo de las ventas, que son avaros, que el país los necesita, como si ellos no fueran los primeros en ir al frente, los verdaderos hombres de esta patria, cuyo único discurso es siempre, mirar hacia adelante. Porque no siempre se puede embolsar el trigo cuando no se siembra y mucho menos, cuando después de sufrir semanas, a veces se cosecha cuando se puede. Porque no siempre el molino compra, porque no siempre el grano vale. Como de la misma manera, no se pueden dejar 50 toros en un corral o en un potrero, “hasta que la cosa mejore”, porque no se puede tampoco detener una preñez, o cargar las crías en el campo para que “al fin valga la vaca”. Ignorancia extrema o puro poder de daño en un discurso, cargado de malas intenciones, no ya hacia al campo, sino hacia todo un país, hacía una forma de vida, de trabajo, de ser dignos.

 

Martín y Guillermo son solo nombres, como los hay tantos en el campo, como los que días como hoy o mañana, estarán convenciendo a muchos más de que solo falta esperar que esto pase, como lo habrán hecho los Martín y los Guillermos de hace 10-20 o 50 años atrás, esperando que esta Argentina, les hable en serio, los acompañe y les dé el reconocimiento que ellos solos merecen.

 

Convencidos, porque nunca habrá nada que sea capaz de sacarles la ilusión de que esta vez sí, será posible. Como cada año, como cada vez que volvieron a convencerse.

  • Columna inspirada en dos grandes amigos: Martín Facundo Lizaso y Guillermo Irastorza. 

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