El final del vuelo

Por Carlos Bodanza - Mañanas de Campo

No entienden nada, claro que no. Acostumbrados a culpar a todos sin hacerse cargo de nada, el final de una campaña para el terror, no logra ponerlos en la realidad, de un sector que no tiene lugar para más derrotas. Tres campañas seguidas son la consecuencia de este fenómeno climático que puso a gran parte del territorio en jaque, primero dejando consecuencias en la campaña 21-22 de gruesa, luego impactando de lleno en la fina 2022-23 con apenas la mitad del trigo cosechado y por último en la gruesa de la misma campaña que aún no concluye y que ya tiene números que demuestran lo peor de lo peor, con una soja destruida, el maíz a cuenta gotas y las cuentas de todos, al rojo vivo. Pero no es solo sequía: es retenciones, es tipo de cambio y es política. La Niña está, pero en ningún lugar del mundo, funde productores.

 

Por eso escuchar que parte de las medidas para el sector sean crediticias, podría ser –en un país normal- una buena salida. Sin embargo por aquí, cuando todos saben que si aceptas algún tipo de acuerdo con el gobierno, inmediatamente quedas atrapado en trampas fiscales, en listados “apuntados” y en cuanta artimaña signifique decir, “acepto”, ateniéndose a las consecuencias. Con un agravante: como en cualquier campaña, nadie asegura que habrá lluvias, o que los perfiles podrán recuperarse y darle un crédito a un “casi fundido”, podría ser la invitación final a dejarlo sin nada.

 

Quizás a esta altura, el mayor incentivo sería dejar firmado, sellado, aprobado por Congreso y bajo  5 llaves, un documento que asegure que no habrá retenciones al trigo, hasta vendido el último grano allá por Julio de 2024. Solo así, algunos de los maltrechos productores, tal vez se animaran a dar una vuelta más de rosca, buscando una última oportunidad. Pero no, todos sabemos que la ideología, mata a la inteligencia, algo que este gobierno carece y que de la primera –con el regimiento “K” a la cabeza- sería imposible de torcer.

 

Lo de la ganadería también es difícil de presentar. Nadie niega que el objetivo final de tener “carne barata” ha sido cumplido con creces. Lo que ocurre, que eso no puede pasar “a costa” del capital privado, porque más allá del componente de la sequía, o de que China importe o no –algo que a Dios gracias nos ha salvado de la debacle final- permanecer con la hacienda en pie a valores un 25% debajo de la inflación y así y todo no otorgarle la apertura de exportaciones a los siete cortes aún prohibidos, es intentar sacarle el salvavidas a un náufrago, para que termine de ahogarse una vez por todas.

 

Los efectos a diferencia de la agricultura, en ganadería se ven tardíamente. Esta campaña hubo récord de terneros “cosechados” –unos 700 mil más según los números de Senasa- terneros que hoy se están “quemando” en las ventas anticipadas, ya que son pocos los que pueden recriar en zonas donde en todo el año, no ha caído una gota. Como si esto fuera poco, el mayor derrumbe llega con las vacas, muchas de ellas hoy saliendo de los campos por no estar preñadas debido a una primavera-verano terroríficos, lo cual a puesto a la faena de hembras, arriba de los números de equilibrio, esos que hablan de que hoy estamos en franca liquidación de la fábrica, de los vientres. La consecuencia? Menos terneros para la próxima campaña, menos stocks y futuros incrementos de precios cuando el clima de la vuelta, porque tarde o temprano lo hará. Lo mismo, acá la sequía, no es la causal, sino es un componente de las causas.

 

Concluyendo: cuando se vive de “aguantar”, solo se piensa en “llegar” y no hay una sola medida pensando no solo en el presente sino también –y principalmente- en el futuro, muchos van a quedar en el camino y muchos no tendrán un futuro, porque hay capitales que no pueden volver a recuperarse y porque a la vez, todo capital, tiene un piso y una vez pasado el mismo, no tiene retorno.

 

El daño del actual gobierno, el pensamiento de toda una masa crítica de gente que cree que de esto se sale con “un salario fijo”, con “precios cuidados”, o que todo en una “sensación de inflación”. Lo que hoy ocurre es grave y puede ocasionar lo que nunca jamás alguien ha logrado: fundir nuestro bendito país o dejarlo en las puertas de ese lugar que aún no conocemos. Quedan 6 meses para que arruinen lo menos posible y de ahí en adelante entraremos en terrenos jamás conocidos. Si esto fuera un avión la frase más esperanzadora del próximo piloto sin dudas será: “prepararse para el impacto” que al menos así sabremos, que llegó el final de este espantoso vuelo.

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