Un país sin moneda

Por José Luis Ibaldi - Mañanas de Campo

El INDEC dio a conocer la inflación de marzo y seguimos en rojo. Ésta fue del 7,7 %, llevando a nuestro país a alcanzar los tres dígitos de inflación por primera vez en más de 30 años. Por supuesto que la reacción del Gobierno y de sus personeros fue nuevamente infantil: comenzar a echar culpas a diestra y siniestra, y no reconocer que su propia impericia nos lleva al abismo que alguna vez conocimos sobre el final del primer gobierno de la nueva época democrática.

 

El economista especializado en agronegocios, Iván Ordóñez, reconoce que “existe un caldo de cultivo que nos predispone a tasas de inflación muy altas”. La realidad es que hoy, los que ya peinamos canas, vemos con claridad y total sencillez la magnitud del drama que se vive en un país cuya moneda se viene degradando, y no cumple la función de servir como medida de los valores pecuniarios para la que ha sido creada.

 

No es difícil advertir que, en estas condiciones, buena parte de la población ya vive en medio de dificultades no sólo económicas, sino que también se sumerge en complicaciones de orden emocional. De continuar esta escalada inflacionaria perturbará a todos y sacudirá los cimientos culturales, económicos y políticos de la sociedad. Sin duda alguna, los tiempos que corren sin difíciles y peligrosos.

 

A esta situación, como en el pasado, hemos llegado después de muchos errores, mala praxis, abusos de poder, corrupción y desinteligencias. No hay dudas que en todos los países resulta difícil conciliar los intereses particulares con el bien común. No obstante, en aquellos que han alcanzado un grado de madurez colectiva, ese conflicto logra superarse sin llegar a situaciones extremas que pongan en peligro la estabilidad del conjunto social. En ellos existen acuerdos básicos, reglas de juego por decir así que constituyen reaseguros para asegurar la permanencia del estilo de vida que adoptaron.

 

Acá, la coalición que gobierna, además de ser un antro de caníbales ávidos de poder y vislumbrando en un futuro cercano la pérdida de elecciones claves, no les importa dejar un país devastado. Las recientes declaraciones de muchos de ellos los incriminan, porque lo que importa es conservar sus statu quo, sus negociados. ¿El pueblo? Bien, gracias… No les importa realizar acuerdos básicos para resolver temas cruciales como los que hoy adolece nuestra sociedad. No les interesa resolver el drama de un país sin moneda.

 

Hace mucho tiempo a esta parte que venimos luchando contra la inflación. Creo que debemos plantearnos -ya que el actual gobierno no lo hace- la necesidad de procurar cambios estructurales por medio del voto para poner fin a esta situación perversa que nos empobrece y perturba.

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