El hartazgo “del gringo”

Por Carlos Bodanza - Mañanas de Campo

El equilibrio tarde o temprano llega, solo es cuestión de tiempo, ese péndulo imaginario que sube y baja, no mide momentos, no depende de economías, de políticas, solo busca el equilibrio, ese lugar tan perfecto adonde jamás logramos llegar por decisión propia, siempre buscando ir a más, siempre queriendo demostrarnos que podemos, sin embargo, nada podemos hacer contra ese enorme péndulo natural, que manda por sobre todas las cosas.

 

“Los gringos van a sembrar, pase lo que pase, van a volver a sembrar”, es una frase que se escucha constantemente, mucho en la boca de algunos políticos, que no les importa quien está del otro lado del alambre, cuál es la historia, cuales son los sacrificios, que tuvieron que dejar en el camino, nada, para ellos no hay “caras visibles”, solo hay impuestos que pagar, dinero que recaudar y sobre todo una “caja para utilizar”, porque supuestamente –al menos según ellos- para eso fueron elegidos, para repartir a gusto y conveniencia, sin importar la “sangre, el sudor y lágrimas” que puede haber costado ese dinero.

 

La pregunta es: y si los gringos no vuelven a sembrar? “Cuántas veces –me dice un amigo- plantemos no invertir más? No gastar un peso más durante un año, para que estos malditos –refiriéndose a los políticos- no tengan un mango. Por eso creo –dice como para si mismo- que esta es la justicia divina, que vino a quitarles la caja”, termina diciendo categóricamente, tras repasar la sequía feroz e histórica, las granizadas, las trombas marinas, el Tres Picos Nevado en Febrero y una rotunda helada para que maíces y sojas en las principales zonas productivas, tiemblen, dejando lleno de interrogantes a quienes en casi su última “bala de plata”, jugaban sus fichas para no quedar en bancarrota. Y tal vez, no hizo falta no sembrar, el péndulo que todo lo equilibra, puede haber venido a decir algo que dijimos pocos editoriales atrás, “Basta, basta muchachos, hasta acá llegamos”.

 

“Qué toca esta semana?” se pregunta mi amigo Tato, jugando con los Jinetes del Apocalipsis, en esta trama de la naturaleza que vino a poner música y escenario de terror a toda la producción Argentina. “Si están tramando algo, espero que no vengan para acá” se rie, mientras que aún maíces y sojas en cercanías de las sierras, muestran un aspecto y un tamaño pocas veces visto, algo que deja claro que el mapa está de cabeza, hay algo mal que no está bien, pero bienvenido sea en esta zona, nos decimos como despertando de un sueño.

 

Lo cierto es que tal vez, más de un gringo, ya no vaya a sembrar. No por voluntad propia, no por no seguir para adelante, sino porque habrá más de un motivo para que “el gringo no siembre”. Habrá “gringo fundido”, dos campañas, fina, gruesa, cero crédito, impuestos para el ahorque, retenciones y todo el arsenal estatal en contra, sumado a algún idiota que seguirá diciendo, “que la juntan con la pala”, mientras que algunos solo juntarán granos en el piso. Habrá otros cansados, hartos de ir a contra mano de todo y si encima el clima también se puso de punta, la odisea toma otros tintes, quien pueda, quien tenga con qué, tal vez se tome un descanso, su próxima siembra, tendrá tal vez otro “muñeco” en el sillón de La Rosada y tal vez en ese aire, se anime a volver a intentarlo.

 

Y estará también quien harto de “hacer récord de vuelta”, termine alquilando, ya lo hemos dicho, los números que se pagan, son solo para enormes escalas, no hay manera de pagar arrendamientos con los costos, los insumos, los impuestos y además ganar plata. Por eso, tal vez más de uno dirá, “basta, que el riesgo lo asuma otro”, a tomarse café al boliche y que el infarto sea ajeno.

 

“Vienen los 4 Jinetes, cabalgando vienen digo, agua, tierra, fuego y aire, vienen de tu propio ombligo”, parafrasea la canción de Los Piojos, dejando claro que cuando el equilibrio natural lo rompe el propio hombre, la naturaleza tarde o temprano se encarga de ponerlo en su lugar. Y esta Argentina, corrupta, desbocada, desnaturalizada, totalmente perdida, necesita urgentemente que alguien la ponga en su lugar y sin dudas, la justicia divina, –si es que existe- empezó a mover las fichas.

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