Cambios para manipular

Por José Luis Ibaldi - Mañanas de Campo

El nuevo esquema de “promoción escolar” en la provincia de Buenos Aires se retiró y, por el momento, no se va a seguir nivelando aún para abajo. Ya hay demasiada mala praxis que traerá consecuencias en un futuro no muy lejano. Como diría la letra de “Cambalache” -que sigue teniendo actualidad- “todo es igual, nada es mejor. Lo mismo un burro que un gran profesor”.

 

No quiero caer en la reiterada frase de que “lo de antes era mejor”, porque para que la educación sea eficiente ha tenido que ir mutando frente a un mundo de baldosas flojas que comenzó a vislumbrarse a fines del siglo XX y que continuó en el actual. Sin embargo, lejos del facilismo, los cambios deben traer acrecentamiento de la madurez existencial, porque la existencia es una tarea insoslayable en donde nuestro coraje y nuestra lucidez tienen todo que ver con los resultados de la empresa; sabiendo que nada importante es fácil, y que el esfuerzo y las labores arduas guardan relación con la hondura del proyecto educativo.

 

Hace apenas cinco años, el profesor israelí Yuval Noah Harari, hablando de educación para el siglo XXI, señaló que “para estar a la altura del mundo en 2050, necesitaremos no sólo inventar nuevas ideas y productos: sobre todo necesitaremos reinventarnos una y otra vez”. Y advirtió: “No podemos estar seguros de las cosas concretas, pero el propio cambio es la única certeza”.

 

El pensador griego Heráclito sentenció: “Quien no espera lo inesperado, no lo reconocerá”. La velocidad histórica de nuestra época consiste en que la rapidez para generar situaciones inéditas es formidable. Como si tuviéramos ojos nuevos, todos tenemos que aprender a ver y a mirar. El que se quede quieto no permanecerá en su lugar originario, sino que retrocederá y puede quedar rodeado de un paisaje extraño y desconocido.

 

De allí que las barrabasadas que deseaban aprobarse -y que ahora las han relegado- en el área educativa de la provincia de Buenos Aires, para lograr que los estudiantes permanezcan en la escuela, incluso ante un mal desempeño, es decir, nivelando para abajo no nos extraña, porque es propio de un gobierno que desea un almácigo de analfabetos fáciles de manipular al momento de pensar y de votar. Dicho en otras palabras, es hipotecar nuestro futuro y el de las generaciones por venir. Por todo esto debemos estar atentos porque los muchachos kirchneristas, a diferencia de la oposición, están los 365 días del año y las 24 horas seguidas, pensando -como el profesor Neurus- en cómo cagarnos la vida…

Escribir comentario

Comentarios: 0