Acción, el gran ausente entre nosotros

Por Carlos Bodanza - Mañanas de Campo

La escena sin dudas llama la atención, en plena plaza ver cabezas de terneros colgadas, rememora otros tiempos, habla de barbarie, recuerda tal vez algún momento donde en Coronel Pringles, habrá habido arcos y flechas y quien dice, algún Cacique con una cabellera a cuestas como trofeo de los blancos caídos. Sin embargo, en esta Argentina abandonada, ausente de Estado, asqueada de justicia y con una sociedad anestesiada, todo puede ser. Por eso, lo hecho por este productor ganadero, es el claro llamado de atención de lo que no podemos seguir haciendo: nada, esto que parece salirnos a todos, tan pero tan bien.

 

A no muchos kilómetros, semanas atrás, números más o números menos, otro productor ganadero cuenta con menos vaquillonas porque los amigos de lo ajeno, decidieron que el negocio había que repartirlo. Por eso, las 4 Angus Seleccionadas (haciendas MAS) con más de 400 kgs, claramente no fueron llevadas por hambre, porque ni siquiera repartiendo entre mucha familia (10-15) comerían durante meses y no hay freezer que les alcance. Por lo tanto, hay un negocio por detrás, de allí a que este ganadero, decidió hacer lo que hay que hacer y con nombres y apellidos, responsabilizó en la cabeza del intendente, de bromatología y luego de la justicia, el hecho de que tanta carne, se venda impunemente seguramente en mostradores.

 

Estos verdaderos productores en acción, es cierto, tuvieron la desgracia de que “les toque”, pero dijeron basta, pusieron un límite, cada uno a su manera, cada uno con sus herramientas, pero dispuestos a dar pelea, en medios, en reuniones, en la plaza o en la justicia. Claro, uno dando explicaciones en la comisaria por alterar el orden público (aparentemente tres cabezas colgadas, son más revoltosas que los miles de piqueteros que toman rehenes a diario y no reciben un solo apercibimiento). O el otro, que en medio de una reunión con policías y actores de la justicia, tuvo que dar cátedra, como si nadie supiera que las cuestiones alimenticias y de salud pública, son cuestiones del estado.

 

Por todo esto, es necesario en algún momento decir basta, decir no, decir hasta acá llegamos. En medio de la peor sequía tal vez de la historia en muchas regiones productivas del país, este gobierno –el más feroz a la hora de intervenir, quedarse con capitales privados, subir retenciones, exigir ganancias extraordinarias y cuanto parasitismo estatal exista- hoy apenas es capaz de hacerse cargo de que muchos privados queden afuera de la cancha. Y no se trata de que el productor necesite ayuda, solo necesita que no “lo aplasten más”, que le saquen el pie de encima, que este verdadero parásito que tiene como socio, deje por un momento de repartir a diestra y siniestra no solo lo que no le corresponde, sino lo que hoy está fundiendo a cientos, con todos los productores como cómplices silenciosos, temerosos de vaya a saber qué, cuando ya han sufrido la peor de las discriminaciones, mal tratos, políticas contrarias, economías con diferencias cambiarias que son directamente obscenas a favor del fisco, destruyendo todo lo que está a su alcance.

 

A veces cuesta entender nuestra capacidad de soportar, nuestra enorme espalda para la humillación, nuestra aparente solidaridad obligatoria, sin consulta previa, sin ni siquiera recibir en caminos, en obras, en tecnología, en comunicación, en salud, en educación, algo, una miseria de todo lo que el Estado se queda y reparte a sus antojos y conveniencias y solo atinamos a mirar como otros vecinos, sufren lo que tarde o temprano nos va a tocar también. Entonces, es necesario que sea nuestro turno para reaccionar?

 

Nuestros primeros socios son concejales e intendentes, ellos son la primer cara visible de todo lo que nos pase, de allí para arriba, diputados, senadores, gobernador, presidente y desde luego, jueces y justicia, todos empleados nuestros, todos dependiendo de nuestro esfuerzo y todos, repartiéndosela para además señalarnos con el dedo. En algún momento hay que decir basta y si algún vecino lo hace, es cobardía absoluta no salir por lo menos, a congraciarse y dar un grito para que esta verdadera vejación que hoy recibe el sector, comience a tener un fin. Por cada uno de nosotros, estamos como estamos, hagámonos cargo de una buena vez.

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