Más allá del frío

Por Carlos Bodanza - Mañanas de Campo

Muchas veces escuchamos hablar del Campo. “El Campo esto, el campo aquello, en el campo la rentabilidad es tal, los problemas son así”, etc, etc y siempre quienes estamos ligados al sector, intentamos en vano corregir este “genérico”, ya que si hay algo que no existe como única unidad, es “el campo”. Porque más allá de que detrás de cada tranquera hay un mundo universal propio, las regiones, las economías, los climas y hasta las políticas provinciales – y a veces municipales- definen cada lugar, como un Campo único y diferente.

 

Todo lo dicho, es exactamente trasladable al término Patagonia, un lugar que no puede ser más diferente, como para mencionarlo en una sola palabra y bajo la misma, intentar describir no solo cuestiones geográficas y climáticas, ni que hablar productivas, donde no habría manera de mencionarla, sin detrás posicionar no menos de 10 regiones, ya que poco haríamos con la norte, la sur, la A o la Z.

 

Lo cierto es que cada lugar es un hallazgo, cada rincón es único, la Patagonia o todas ellas, encierran tal vez el claro ejemplo de que todo está por hacerse, todo por descubrirse, todo por producir, por crecer, allí anida la naturaleza más cruda en toda su expresión, una y otra vista, nos reencuentra con todo lo que el hombre no puede arruinar, o al menos hacerlo, resulta caro a los sentidos, a la vista, hasta el más cruel de los fanáticos de la civilización, pensarían una y otra vez antes de tocar o meter mano en algún asunto.

 

Por eso ver sus montañas secas en plena zona de lagos, hace ruido. Porque vimos hasta no hace mucho, nieves constantes, vimos y escuchamos de nevadas profundas, duraderas, sin embargo, la lluvia casi no estuvo y el paisaje contrasta en sus árboles verdes pero sus pastos secos y ausentes. Claro, lagos y ríos, están a pleno, la nieve hizo su trabajo, pero la falta de infraestructura, sus pocos valles regados, su mínima inversión como región de un potencial único están ausentes, de allí que cada productor es un superviviente año tras año, invierno tras invierno y encima años como este, veranos también.

 

Que decir de sus mesetas, de sus planicies eternas, miles y miles de kilómetros de nada mismo, contrastando con bárbaros amontonados en apenas kilómetros, cuando comparamos el conurbano, donde todo es subsidiado, donde todo es prácticamente gratis, para que en su opuesto sur, todo sea caro de conseguir, caro de pagar, caro de vivir.

 

“Patagonia, tierra de ángeles sufridos” dice la canción, mientras veo una majada cruzar la ruta, un solo arriero en el medio de la nada, apenas un puesto, vaya a saber en que momento se cruza con algún humano, vaya a saber si no es el propio dueño de todo eso que en el mundo lo haría rico y aquí apenas es un laburante. Costas que nos enseñan que allí hay especies únicas, sus grandes paredes nos muestran la historia de un mar que desnuda sus huellas fósiles, los lechos de sus cauces nos invitan a viajar en el tiempo e imaginar deshielos y eras de transformaciones de la tierra donde hoy vivimos.

 

Hoy con nativos que navegan tiempos políticos oportunistas, donde las verdaderas comunidades trabajan en silencio, sin pedir nada, sin exigir tierras ni grandes ocurrencias, muy contrarias a los vivillos que escudados en algún apellido lejano, pretenden colonizar lo que nos pertenece a todos, porque en definitiva, los mismos que repudian con fundamentalismo el uso del suelo, lo hacen bajo la premisa que el suelo es de la humanidad, por lo cual, ni siquiera le pertenece a los nativos, como solo ejemplo de que todo lo destiñe una política absurda y acomodaticia, mientras ellos siguen ahí, haciendo lo que saben, cazar, pescar, cultivar la tierra y enfrentar el invierno, ese crudo invierno.

 

Atrás quedó mi vista llena. Lagos, ríos, montañas, mesetas desérticas, salitres y cañadones secos, testigos de una primavera que pasó y que pocos saben y conocen. Un ejemplo de la mayor desigualdad federal que podamos sufrir, más allá de la Puna, del norte chaqueño, de la pobreza de Salta o de cualquier rincón infinito de esta enorme Argentina, padeciente de ese Cáncer llamado Conurbano y su política, sin vida, sin futuro, sin sueños.

 

Patagonia, destinada al sacrificio. Patagonia….

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