Borges el inmortal: la economía y la libertad

Por el Prof. Carlos Calix. 

¡Borges cambió mi vida, El Aleph la transformó! Indudablemente este libro de Jorge Luis Borges fue el mejor regalo que pude recibir la navidad del 25 de diciembre de 1992. Borges “El inmortal”, Borges “El hombre del umbral”. Tenía diez años de edad cuando conocí “al otro, a Borges” y, a través de él me gustaron “los relojes de arena, los mapas, la tipografía del siglo XVIII, las etimologías, el sabor del café y la prosa de Stevenson”. Borges cambió mi vida las tardes frente al mar caribe; mecánicamente muy cerca del mismo rompeolas que tantas veces inspiró a Guillermo Anderson. Ahí estábamos “Borges y yo”, con el sol por caer, con la “Luna de enfrente”, con los “Cuadernos de San Martín” y por supuesto con la motivación incremental del “Fervor de Buenos Aires”.

 

De Capital Federal a Bahía Blanca y de ahí por toda la Ruta Nacional 40, múltiples características en común: gente buena, amable, cordial y empática. Economistas de talla internacional en la Universidad Nacional del Sur que me hicieron valorar con mayor fuerza la Teoría del Ciclo Económico de Hayek. En la tierra de Alberdi constantemente me preguntaban el por qué había decidido viajar al sur, la respuesta podía tener diversos matices, sin embargo, había algo generalizado al confesar: ¡Por Borges, porque Borges es el más inglés de los argentinos!.

 

“Nunca Jorge Luis Borges escribió o comentó algo que tenga que ver con la economía. No obstante, tanto en sus relatos de literatura fantástica como en muy diversas entrevistas, podemos encontrar los elementos fundamentales de la ciencia económica. Porque, en definitiva, la literatura refleja la naturaleza humana y la ciencia económica estudia las acciones humanas en el marco de la cooperación social a través de intercambios”, escribe Martín Krause en su extraordinario libro que sugiero leer “Borges y la economía”. Krause estuvo presentando su obra hace un tiempo en la Universidad Francisco Marroquín. – ¡Es impresionante lo que hace la Marroquín por las libertades! –  El libro de Krause comienza no sobre temas económicos, sino sobre filosofía política señalando que Borges pudo haber tenido distintas posiciones durante su vida, por ejemplo, el hecho de haber ido a visitar a Pinochet que lo terminó privando del Premio Nobel, siendo que se le dio a Neruda que escribió su “Oda a Stalin”. De alguna manera “El hombre contra el Estado” de Herbert Spencer influenció en el pensamiento político de Borges. A propósito, escribía: “El más urgente de los problemas de nuestra época (ya denunciado con profética lucidez por el casi olvidado Spencer) es la gradual intromisión del Estado en los actos del individuo; en la lucha contra ese mal, cuyos nombres son comunismo y nazismo, el individualismo argentino, acaso inútil o perjudicial hasta ahora, encontrará justificación y deberes” (Jorge Luis Borges, “Nuestro pobre individualismo” en Obras completas II, 1996, p. 37).

 

Al estudiar la obra de Jorge Luis Borges, su vida y sus entrevistas, como bien expresa Alberto Hernández Moreno en un artículo intitulado “Borges y la libertad”: “El inquebrantable compromiso de Borges con la libertad es el leitmotiv de un texto que repasa la biografía y la bibliografía del autor de El Aleph. En un siglo donde fueron legión los escritores hispanoamericanos que acudieron a fotografiarse con los Castro, el itinerario intelectual y vital del escritor argentino que mereció ser Premio Nobel marca una envidiable individualidad reflejada tanto en su desconfianza ante las intromisiones del Estado en la vida privada como en su firme oposición al régimen autocrático de Perón”. Al respecto, según Patricio Zunini en “Borges y Perón: el duelo que comenzó en una biblioteca”, en carrera hacia su tercera presidencia, Perón habló de Borges con la prensa: “Está muy viejito, no lo vamos a echar del país”, dijo. No tenía en cuenta que él era cuatro años mayor. Borges fue mucho más explícito en su repudio. Además de aquellas máximas irónicas —“los peronistas no son buenos ni malos, son incorregibles”.

 

Sobre la planificación central, Jorge Luis Borges y Osvaldo Ferrari (En diálogo II, 1998, p. 207), expresan: “...se empieza por la idea de que el Estado debe dirigir todo; que es mejor que haya una corporación que dirija las cosas, y no que todo quede abandonado al caos, o a circunstancias individuales; y se llega al nazismo o al comunismo, claro. Toda idea empieza siendo una hermosa posibilidad, y luego, bueno, cuando envejece es usada para la tiranía, para la opresión”.

 

Tres décadas después de aquel maravilloso regalo que cambió mi vida, sigo pensando que los argentinos, los hondureños y el resto de latinoamericanos que aman la libertad, deben leer a Borges. Y, continúo convencido que Borges el inmortal debe recibir el Nobel.

 

direccion@macrodato.com Carlos G. Cálix es fundador de Grupo Lix y MacroDato. Profesor del Doctorado en Dirección Empresarial-UNAH. 

 

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